Europa tiene ambiciosos planes para la movilidad. El Viejo Continente quiere liberar de emisiones contaminantes a sus ciudadanos y la primera medida de importancia ha sido erradicar los coches de combustión a partir del año 2035. Aunque el horizonte de cero emisiones todavía está lejos, el camino emprendido no deja buenas sensaciones ni en los conductores ni en el sector en general. La industria en general demanda más atención a los gobiernos ante una evidente ralentización en las ventas de coches eléctricos nuevos.
A partir del año 2035 no se venderá, salvo excepciones, ni un sólo coche de combustión. Para entonces, todas las marcas tendrán que apostar por vehículos 100% eléctricos sin posibilidad de optar por otra solución. A más de 10 años vista, el cambio parece lógico y razonable, pero las previsiones no se están cumpliendo. O bien las estimaciones eran demasiado optimistas o la situación geopolítica actual ha desbaratado cualquier estrategia previa. El conflicto en Europa del Este y los problemas de suministro de las marcas, los famosos semiconductores, han sido los principales causantes del problema.
Si miramos a los diferentes territorios que conforman la Unión Europea, vemos que no todos avanzan al mismo ritmo en cuanto a electrificación. Países como Noruega o Alemania despuntan por sus ventas e infraestructuras, mientras que España se sitúa en los puestos de cola, tanto por cuota de mercado como por red de recarga. Ambos factores deben ir de la mano para conseguir una correcta implantación del coche eléctrico, además de sumar importantes ayudas por parte del Gobierno para apoyar la transición. El Plan MOVES III es positivo, pero demasiado lento. Recientemente, se anunció la deducción fiscal en el IRPF que promete acelerar un poco el ritmo.
La cuota de mercado ha crecido en los últimos años, pero todavía estamos muy lejos de los valores estimados. En nuestro país, en lo que llevamos de año, el mercado eléctrico ha crecido hasta superar el 5% de participación. 29.773 unidades vendidas entre enero y junio. Pueden parecer muchas, pero la verdad es que no lo son. En otros países, como Reino Unido, el problema es similar, aunque la escala también varía. En lo que va de año, la cuota de eléctricos ha llegado al 16,1%, bastante mejor que nosotros, pero aún así siguen muy lejos del 22% que había estimado su Ejecutivo para este año.
Tal y como recoge Auto Trader en su informe The Road to 2030, las subvenciones podrían ser un gran aliado para recuperar la senda de crecimiento. En dicha publicación se analizan diversos testimonios de la industria, como el de Sue Robinson, directora ejecutiva de la Asociación Nacional de Concesionarios: “Aunque la disparidad de precios se está reduciendo con la incorporación de más modelos eléctricos, sigue siendo una barrera importante para la adopción. La eliminación del PiCG (Ayudas a la compra de vehículos enchufables) en junio de 2022 fue preventiva y ha afectado negativamente a la demanda de BEV y de otros vehículos limpios en el Reino Unido. La transición sin problemas previa a 2030 depende de que los vehículos eléctricos sigan siendo económicamente viables”.
Según diversos estudios, el principal problema es el coste del vehículo eléctrico. Con la inflación disparada en casi todos los países y con el Banco Central Europeo subiendo los tipos de interés, el cliente medio no puede o no quiere acceder a la movilidad eléctrica por el reto económico que supone. Si bien el coste operativo del coche eléctrico es menor, el coste de adquisición es, de media, mayor. Los conductores prefieren mantener sus coches viejos a la espera de una reducción en las tarifas o un cambio en las políticas europeas, algo que empieza a sonar cada vez con más fuerza.
Ingeniero de carrera y periodista de motor por placer y pasión. Redactor de Híbridos y Eléctricos desde 2021, cubriendo la actualidad del sector de los vehículos eléctricos y la movilidad sostenible.
El problema sigue siendo el mismo: reclaman ayudas ante la bajada de las ventas de coches eléctricos
