BMW Group, General Motors, Honda, Hyundai, Kia, Mercedes-Benz Group y Stellantis. Estos son los siete protagonistas de una de las noticias más importantes de este año en la movilidad eléctrica: una nueva red de recarga rápida y universal. También es interesante señalar quiénes están ausentes de este acuerdo: Ford, Volkswagen, Tesla y Nissan. Aunque se centra en EE.UU, la repercusión es tan grande que interesa analizar las causas, el momento y la oportunidad de una red de recarga llamada a ser un ejemplo para el resto del mundo.
Su intención es instalar 30.000 estaciones de carga rápida en Estados Unidos en los próximos años, que estarán situadas tanto en áreas urbanas como en las carreteras interestatales. Será, por lo tanto similar a las ya existentes de Electrify America (de Volkswagen) y la de los supercargadores de Tesla. Para hacerlo posible, crearán una empresa conjunta que todavía no tiene nombre.
El objetivo de la red es dar servicio a todos los vehículos eléctricos, independientemente del fabricante. Por eso, dispondrán de dos cables, el CCS 1 y el NACS (el anteriormente conocido como conector Tesla). Ausente el conector CHAdeMO, que en su día fue muy popular al ser el que utilizaron los fabricantes japoneses.
La red quiere ofrecer un servicio mejor que el que presan hoy los proveedores de carga con el estándar CCS. Estos sufren problemas de fiabilidad. Quedarse tirado porque ningún cargador funciona es algo habitual. También lo son las largas colas porque varios puntos están inactivos. Velocidades de carga lentas sin un aparente motivo junto con fallos en la conexión que obligan a enchufar y desenchufar varias veces. Las llamadas al servicio de atención al cliente se multiplican.
La nueva red afirma tener como objetivo una “experiencia de uso mejorada”, bien integrada con las aplicaciones y los vehículos y apoyada en un mejor servicio al cliente. Ubicarán las estaciones en lugares dotados de más comodidades: sombras sobre las estaciones y suministro de energía renovable. Las primeras estaciones estarán en funcionamiento a mediados de 2024.
Por ahora, poca información es la que se ha ofrecido. Un video promocional, bastante abstracto, que ha sido publicado por todos los fabricantes en sus redes es lo que hay por ahora.
We’re creating an unprecedented new charging network joint venture with six other major global automakers to expand access to high-powered charging in North America and accelerate #EV adoption. pic.twitter.com/ArONm23ihs
Algunos de los fabricantes que participan en el proyecto ya han anunciado su intención de dar soporte al NACS (el conector de Tesla que se ha convertido en el estándar de carga en Norteamérica). Sus coches eléctricos estarán dotados del mismo puerto de carga que los de Tesla para poder acceder a la que hoy por hoy es la red de recarga más grande y fiable del mundo: los supercargadores.
Esta situación da lugar a la pregunta del millón: ¿Por qué los fabricantes de automóviles se complican en una red nueva si la de Tesla ya ofrece una buena experiencia de carga? Aquí es donde cobra importancia quién participa en ella. Algunos de los integrantes han anunciado que adoptarán el formato de Tesla; otros, que lo están pensando, y otros no se han manifestado. Por eso, la primera gran razón para participar en una nueva red es que algunos de ellos no implementarán el NACS y mantendrán el estándar CCS 1.
Pero, incluso, si finalmente todos adoptan el NACS, hay más razones para poner en pie esta nueva infraestructura. Las primera es que, con la previsión de ventas de vehículos eléctricos para las próximas décadas, todos los puntos de recarga que se instalen serán necesarios. Incluso con los supercargadores, la red de Volkswagen y la nueva, todavía será complicado atender la demanda que viene.
Otra razón está en quién tiene el control de la recarga. Permitir que un fabricante, Tesla, supervise los datos y los sistemas con su red, deja a los otros en una posición precaria. Una organización neutral en la que cooperar ofrece una mayor seguridad y es una opción más atractiva.
Por último, y no menos importante, es una buena manera de obtener subsidios. Aunque centrado en EE.UU, el Proyecto de Ley de Infraestructura (NEVI) permite obtener financiación sin poner el juego el capital propio o a través de la deuda. Todos, incluido Tesla, tienen el ojo puesto en los fondos del Gobierno.
La red de supercargadores de Tesla siempre ha sido sinónimo de fiabilidad y eficacia.
Implementar una red correcta, útil, fiable y competitiva es el gran desafío. Quienes ya lo intentan (Electrify America, en EE.UU, o Ionity, en Europa) ya saben lo difícil que es implementar una red de recarga y mantenerla funcionando siempre. La carga de vehículos eléctricos no es un juego en el que se puedan manipular los números. Se trata de una percepción. La fiabilidad y la facilidad de uso estarán por encima de las posibles manipulaciones del marketing. El veredicto está en manos de los usuarios que, tanto para bien como para mal, tendrán la última palabra.
Es casi imposible que esta nueva empresa lo haga todo a la perfección, pero su objetivo debería ser lograr la confianza que Tesla ha conseguido ya con los supercargadores. La rivalidad y los fanatismos no evitarán las exageraciones mediáticas, pero hay que confiar en que la realidad supere a la ficción de fanáticos y detractores con intereses perversos.
En resumen, la nueva empresa y los siete fabricantes que la conforman tendrán que hacer las cosas lo más cerca que puedan de ‘la perfección’. Luego, tendrán que esforzarse para explicar los problemas que se presenten. Si no funciona, se arriesgan a que sus marcas queden en entredicho ante la opinión pública, lo que repercutirá en su negocio principal: vender coches eléctricos.
Redactor y probador especializado en vehículos eléctricos y movilidad sostenible. Escribe en Híbridos y Eléctricos desde 2017. Es ingeniero de Caminos por la Universidad Politécnica de Madrid y Técnico especialista en vehículos híbridos y eléctricos por la SEAS. Ha trabajado en medios como Movilidad Eléctrica y Km77.
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