Piastri logra su primera victoria con polémica incluida

 
El Gran Premio de Hungría dejó mucha tela para cortar. La victoria de Oscar Piastri, la primera en la Fórmula Uno, quedó empañada ante la negativa de Lando Norris de ceder la posición. McLaren cometíó un error estratégico que involuntariamente originó una crisis interna que deberán resolver antes de la PL1 en Spa-Francorchamps.
 
El australiano, hasta la equivocación del box en el segundo pit stop, en la vuelta 47, lideraba con autoridad y sin cometer errores. El sábado pudo ser el poleman, pero un subviraje en el último stint lo hizo partir desde la segunda posición. La revancha llegaría en la largada.
 
Norris, en su segunda pole de la temporada, volvió a equivocarse como en España: cerró demasiado el interno para evitar el rebase de su compañero. Otra vez descuidó su exterior, posiblemente confiado en lo estrecho del circuito, dejando abierta una oportunidad para que Max Verstappen (Red Bull) calcara la maniobra de George Russell (Mercedes) en Barcelona.
 
 
Pero el Hungaroring no es el Circuit. La cinta asfáltica no es ancha como en el trazado español, y la primera curva es un semi círculo que obliga realizar el vértice casi con los brazos cruzados.
 
El circuito húngaro reafirmó su fama de Mónaco del Este. Verstappen salió de pista porque no tenía espacio para ganarle el externo a Norris mientras el británico giraba a la par de su compañero. Es como intentarlo en Sainte-Dévote con la diferencia que se estrellaría contra el guardrail.
 
El holandés subió a la segunda posición y Norris cayó a P3. Era evidente que el Red Bull ganó ventaja al cortar la curva. Pese a la insistencia de Max para que el equipo defendiera la maniobra ante los comisarios, al conocerse el replay de la salida, el box ordenó que devolviera la posición.
 
 
El entuerto Verstappen-Norris benefició a Piastri. Pudo sacar más de dos segundos y medio de ventaja, y administró el ritmo a controlando a su compañero de equipo.
 
Hungría es una de las pocas carreras de la temporada dónde se gana o se pierde en los boxes. Con dos detenciones como mínimo, por la alta degradación de los neumáticos, los equipos no pueden cometer errores en el pit stop.
 
Mercedes, en la vuelta 16, lanzó un undercut con Lewis Hamilton para ganarle la P3 a Verstappen. El pit wall de Red Bull, increíblemente, no reaccionó a la jugada y dejó en pista al líder del campeonato. Solo bastaron dos giros para que el británico se convirtiera en el virtual tercero. Cuando el holandés ingresó a boxes, cuatro vueltas después, ya era tarde: salíó detrás del ganador en Silverstone.
 
 
Comenzaba el día de furia de Verstappen con su equipo. El error originó un efecto dominó de malas decisiones que mostró la peor cara del tres veces campeón: su ira ante las equivocaciones.
 
El equipo de Woking sacó provecho de la debilidad de su principal oponente y consolidaba lentamente el 1-2. Piastri controlaba la carrera y Norris se afirmaba en la segunda posición.
 
Pero la tranquilidad de la escuadra papaya estallaría por los aires por un error propio. Inexplicablemente adelantaron la segunda parada haciendo ingresar a Norris en el giro 45. Dos vueltas más tarde fue el turno de Piastri que salió detrás de su compañero.
 
 
Involuntariamente le hicieron un undercut al australiano. El box le explicó que la detención de Lando fue para cubrirse de Hamilton, pero las proyecciones arrojaban un margen a favor de seis segundos. Sin embargo, le garantizaron que volverían a las posiciones originales.
 
Pero la solución de McLaren fue una comedia de enredos que provocó una interna inexistente hasta el segundo pit stop. Norris fue notificado que si Piastri se acercaba debía cederle la P1. El austrliano, que estaba a más de tres segundos, en vez de achicar la brecha, se alejaba de su compañero. El británico estaba tirando fuerte para evitar el acercamiento, y su ingeniero le rogaba que baje el ritmo en los sectores rápidos.
 
Mientras Woking intentaba apagar el incendio que ellos mismos habían ocasionado, Red Bull no podía controlar a Verstappen. Furioso porque nuevamente el pit wall erró en la entrada a boxes -Hamilton y Leclerc le hicieron otro undercut– comenzó a desoír las recomendaciones para gestionar neumáticos. “No vengas con esas tonterías, ustedes me dieron esta maldita estrategia, ¿Vale? Estoy tratando de rescatar lo que queda”, fue la respuesta a su ingeniero Gianpiero Lambiase utilizando expresiones soeces.
 
 
Con un Verstappen descontrolado era cuestión de tiempo que ocurriera un incidente en pista. Y pasó en la 62. Atacando a Hamilton por la P3 -antes había superado a Leclerc- aprovechó que el británico se complicó en la recta principal con el rezagado Logan Sargeant (Williams). Con DRS a su favor, se tiró por el interno para ganar la primera curva, pero estaba desfasado en la frenada y tuvo que bloquear. Hamilton no pudo evitar el contacto. El Mercedes tocó la rueda trasera izquierda del Red Bull y este pegó un salto saliendo de pista. El líder del campeonato pudo continuar, pero sin opciones de podio y conformarse con la quinta posición.
 
Mientras tanto, McLaren no podía hacer entrar en razón a Norris. Se negaba a ceder la victoria a Piastri. Los recuerdos de Reutemann-Jones en Jacarepaguá 1981, Barrichello-Schumacher en Austria 2002 y el Multi 21 de Vettel y Webber en Malasia 2013, flotaban en el aire del Hungaroring.
 
Norris alegaba que Piastri debía pelear, y el box se aferraba a la charla informativa antes de la carrera. “Quedan cinco vueltas, la manera de ganar el campeonato no es solo; es con el equipo. Vas a necesitar al equipo”, fue el ultimátum que recibió. En la 68, a dos vueltas del final, acató la orden.
 
 
Oscar Piastri ganó su primera carrera, pero abrió nuevamente el debate sobre las órdenes de equipo. El australiano, desde su debut el año pasado, estaba dando señales que el primer lauro estaba al caer -que se potenciaron después de ganar la sprint de Qatar-.
 
La tensión en el parque cerrado y el podio se cortaba con un cuchillo. El único que estaba despreocupado era Hamilton. Logró el tercer lugar quince días después de ganar sorpresivamente en casa. Un premio a la perseverancia y al trabajo de Mercedes que derrotó dos veces a Red Bull en la estrategia.
 
Y si en McLaren reina la tensión, en Red Bull viven un infierno. Ni siquiera la remontada de Sergio Pérez, que finalizó P7 escalando desde la P16, logró calmar las aguas. La ira de Verstappen desnudó las miserias de Milton Keynes. La imagen de Christian Horner con gesto de preocupación, Lambiase con la mirada baja ante los reproches del holandés y la estratega Hannah Schmitz al borde del llanto; después del primer pit stop fallido, muestran la impotencia de un equipo que ve amenzado su reinado. Lo salva que Woking también está cometiendo errores internos.
 
 
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