Tras desmontar 100.000 coches eléctricos, esto es lo que se puede hacer con las baterías desechadas

Tras desmontar 100.000 coches eléctricos, esto es lo que se puede hacer con las baterías desechadas

A medida que crece el parque de vehículos eléctricos, también comienza una nueva etapa en la vida útil de miles de estos automóviles: la retirada de la circulación y el desguazado. En 2025, más de 100.000 coches eléctricos serán dados de baja solo en Estados Unidos, y con ellos, una enorme cantidad de baterías de alto valor estará lista para su próxima función. Pero lejos de representar un problema ambiental, estas baterías podrían desempeñar un papel clave en la transición energética global.
A diferencia de los vehículos de combustión interna, cuyo fin suele ser el mero desguace o el reciclaje de metales, los coches eléctricos ofrecen una oportunidad única, pues sus baterías siguen siendo útiles incluso después de años de uso y miles de kilómetros recorridos.
Ya hay empresas liderando la transformación de estas baterías retiradas, aprovechándolas en lugar de enviarlas directamente al centro de reciclaje. Se está dando nueva vida a muchas de ellas como sistemas de almacenamiento de energía estacionarios. Este enfoque permite extender su utilidad, reducir los residuos y contar con redes eléctricas más limpias.
Hay compañías con divisiones enfocadas en transformar baterías de vehículos eléctricos en módulos de almacenamiento energético para aplicaciones comerciales. Estos sistemas modulares pueden desempeñar un papel crucial en industrias que demandan mucha energía, como los centros de datos para inteligencia artificial o la subida de información en la nube.
Según este tipo de empresas y los expertos en la matería, las baterías usadas de los coches eléctricos conservan más del 50% de su capacidad original, lo que las convierte en candidatas viables para estas aplicaciones de “segunda vida”. Este tipo de aprovechamiento puede aliviar la presión sobre las redes eléctricas y evitar la liberación de químicos dañinos en el medioambiente.
El auge de la movilidad eléctrica también ha provocado una explosión en la generación de baterías de litio. En 2024, se vendieron 1,3 millones de vehículos eléctricos e híbridos enchufables en Norteamérica, un aumento del 7,3% respecto al año anterior. Y en Europa el crecimiento ha sido mucho mayor. Cada uno de esos vehículos contiene una batería de gran capacidad energética que, tras su vida útil en el automóvil, puede ser aprovechada.
El proceso de conversión de las empresas es el siguiente: reciben los paquetes de baterías usados, que son almacenados de forma segura y sometidos a pruebas diagnósticas. Si conservan suficiente capacidad energética, se transforman en sistemas de almacenamiento. Esto puede hacerse a nivel de paquete, módulo o incluso célula individual, dependiendo del estado de la batería y los requerimientos del cliente. Si no cumplen con los estándares, se reciclan para recuperar materiales críticos como el litio, el cobalto y el níquel.
El objetivo es cerrar el círculo de la economía de las baterías, reduciendo la necesidad de extraer nuevas materias primas y dando múltiples ciclos de vida a cada batería. Los sistemas de almacenamiento con baterías recicladas pueden ser utilizados en una amplia gama de escenarios, como en centros de datos de inteligencia artificial, que requieren de energía constante y fiable, en zonas rurales en las que la red eléctrica es débil y el acceso a cargadores de coches eléctricos es limitado, y también como forma de almacenamiento de energía solar o eólica para abastecer viviendas, granjas o instalaciones industriales.
En todos estos casos, las baterías de segunda vida permiten almacenar energía renovable y utilizarla cuando se necesite, contribuyendo a la independencia energética y a la reducción de emisiones. De acuerdo con la consultora británica IDTechX, el mercado global de reciclaje de baterías podría alcanzar los 52.000 millones de dólares para 2045, mientras que el de baterías de segunda vida llegaría a 5.200 millones en 2035. Aunque el reciclaje seguirá dominando en volumen y valor, la reutilización será clave para optimizar recursos y acelerar la transición energética.
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