2.000.000.000 de dólares costó esta central termosolar que ahora ha quebrado por culpa de los pájaros y la fotovoltaica

2.000.000.000 de dólares costó esta central termosolar que ahora ha quebrado por culpa de los pájaros y la fotovoltaica

La Ivanpah Solar Power Facility, inaugurada oficialmente en febrero de 2014 en el desierto de Mojave (Estados Unidos), llegó a ser la mayor planta termosolar de torre del mundo, con una potencia bruta instalada de 392 MW y más de 173 500 heliostatos repartidos en tres campos que concentran la radiación solar sobre calderas a 140 m de altura. Su construcción, valorada en aproximadamente 2 180 millones de dólares, contó con un préstamo federal de 1 600 millones otorgado por el Departamento de Energía de EE. UU. (DOE), lo que la convirtió en uno de los proyectos más ambiciosos de la era Obama.
Propiedad conjunta de NRG Energy, BrightSource Energy y Google, Ivanpah se planteó como una demostración de las posibilidades de la termosolar de torre para ofrecer generación estable, incluso durante la noche, mediante almacenamiento térmico.
Las centrales solares de concentración de tipo torre aprovechan espejos móviles, o heliostatos, que siguen al sol y reflejan sus rayos hacia un receptor central donde se genera vapor. Este vapor acciona turbinas de vapor convencionales para producir electricidad de forma similar a una central térmica, pero sin la combustión directa de combustibles fósiles.
La capacidad de almacenar calor en sales fundidas permite extender la generación más allá de las horas de sol, aunque en Ivanpah esta funcionalidad quedó limitada por el diseño original y la necesidad de ayudar al sistema con gas natural para alcanzar temperaturas óptimas de operación.
Ivanpah contaba con más de 173.500 heliostatos. Con una superficie de alrededor de 13 km², la planta tenía capacidad para abastecer a unos 140.000 hogares. El ambicioso proyecto requirió una inversión de 2 180 millones de dólares, de los cuales 1 600 millones procedían de un préstamo federal del Departamento de Energía de EE. UU. (DOE).
Los heliostatos controlados por ordenador seguían al sol a lo largo del día y concentraban sus rayos en tres torres de 140 m de altura, donde un receptor central calentaba agua hasta generarla en vapor. Ese vapor accionaba turbinas de vapor convencionales, produciendo electricidad de forma limpia, sin quemar combustibles fósiles. Aunque el proyecto contemplaba el almacenamiento en sales fundidas para prolongar la generación tras el ocaso, en la práctica esta capacidad quedó limitada por el diseño inicial de la planta.
La decisión de Pacific Gas & Electric (PG&E) de rescindir los acuerdos de compra de energía con Ivanpah obedece, según la compañía, a un ahorro significativo para sus clientes al compararlo con otras fuentes más económicas  Esas cláusulas, inicialmente vigentes hasta 2039, fijaban precios que hoy resultan elevados frente a la caída constante del coste del silicio fotovoltaico y de las baterías de almacenamiento.
Además, los costes operativos de la termosolar de torre, que incluyen mantenimiento de miles de espejos y gestión del receptor central, han mostrado ser superiores a los de las plantas solares fotovoltaicas de escala similar.
Los operadores afrontaron problemas técnicos como fallos en la alineación de los heliostatos y pérdidas térmicas inesperadas que mermaban el rendimiento de los receptores. Para alcanzar las temperaturas óptimas de operación, la planta debió recurrir a gas natural de refuerzo, lo que redujo su perfil real de ‘emisión cero’. Las duras condiciones del desierto también provocaban averías frecuentes en los mecanismos móviles y disparaban los costes de mantenimiento.
Pero eso no es todo. Desde sus inicios, Ivanpah fue objeto de críticas por su impacto sobre la fauna local. Se ha estimado que decenas de miles de aves han muerto cada año al sobrevolar el campo de heliostatos y sobrecalentarse al atravesar el foco de concentración solar. Las organizaciones ecologistas documentaron que hasta 28 000 aves fallecían cada año al sobrecalentarse al volar por el foco de concentración solar, lo que convirtió a Ivanpah en una “trampa mortal” para la avifauna local. Los conservacionistas reivindicaron que el estudio de impacto ambiental no valoró adecuadamente los riesgos para especies en peligro como la tortuga del desierto o aves migratorias.
Algunos expertos calificaron el proyecto como un “boondoggle” financiero y un “desastre” ambiental, señalando que la inversión pública no resultó en el rendimiento energético deseado y que el gas natural complementario disminuyó su perfil de emisión cero. En enero de 2025, los propietarios de Ivanpah y el DOE cerraron la negociación con PG&E para la terminación de dos contratos, lo que selló el destino del proyecto.
El desmantelamiento de las unidades clausuradas ofrecerá la oportunidad de reconvertir parte de la superficie para proyectos fotovoltaicos o híbridos, aprovechando infraestructuras ya conectadas a la red .
Sus operadores ay han planteado que el sitio podría albergar campos de paneles solares más sencillos y económicos, junto a sistemas de almacenamiento con baterías, para cubrir las necesidades de demanda pico  Este cambio de planteamiento refleja la tendencia global hacia tecnologías que combinan bajos costes de inversión con flexibilidad operativa y reducido impacto ambiental.
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