El miércoles, Red Bull Racing tomó la decisión de separar caminos con su director de equipo de Fórmula 1 durante más de dos décadas, Christian Horner, y reemplazarlo por el jefe de Racing Bulls, Laurent Mekies.
La decisión se produce en un momento en que las dificultades del equipo en la F1 siguen empeorando: Max Verstappen está ahora prácticamente fuera de la lucha por el título de 2025 y podría estar explorando otras opciones para el futuro, mientras que el segundo coche lleva tiempo sin sumar puntos importantes, sin importar quién lo conduzca.
¿Conseguirá Red Bull resurgir gracias a la marcha de Horner y la llegada de Mekies, de cara a la nueva era de la F1 en 2026? Nuestros redactores opinan.
Foto de: Sam Bagnall / Motorsport Images
Red Bull ya no es la fuerza dominante que fue en la F1; ni siquiera es el equipo dominante que era bajo esta normativa.
Tras el exitoso 2023, cuando ganaron todas las carreras menos una, ahora el equipo lucha por subir al podio con un coche y por acabar las carreras con el otro. Qué lejos han quedado los días de gloria.
La culpa de este declive puede atribuirse a varios despachos en la sede de Red Bull en Milton Keynes, pero la responsabilidad final recae en el jefe. Christian Horner dirigió el equipo mientras perdían talento, caían en la clasificación y se veían envueltos en una polémica tras otra fuera de la pista.
La caída de Horner se veía venir, por lo que su salida “sorpresiva” en realidad no lo es tanto. Sin embargo, que Red Bull decidiera despedirlo en mitad de una temporada clave, al estilo en que él mismo trataba a sus pilotos, seguro que va a sacudir al equipo.
Con el equipo sin rumbo, los rumores sobre la marcha de Verstappen y solo dos carreras antes del parón veraniego, hace falta estabilidad si Red Bull quiere salvar la temporada y prepararse para la revolución reglamentaria de 2026. La verdad, debería haberse marchado hace meses.
Foto de: Sam Bloxham / Motorsport Images
Una de las frases menos polémicas de Enoch Powell fue que todas las carreras políticas acaban en fracaso —aunque hoy en día suelen acabar en memorias egocéntricas, pero eso es otro tema.
La caída de Horner en Red Bull era cuestión de tiempo, y lleva gestándose desde que Dietrich Mateschitz murió en octubre de 2022. Por muy bien que un gran líder deje atados los cabos, todo cambio de régimen va acompañado de rencillas y juegos de poder.
Indudablemente, Horner fue clave en transformar el cascarón de Jaguar Racing, durante mucho tiempo el hazmerreír de la F1, en una máquina ganadora y motivada. Y aun así, siempre mostró —aunque silenciosamente— un resentimiento innecesario hacia Helmut Marko, el “ministro sin cartera” de Mateschitz.
Largos periodos de éxito pueden llevar a la complacencia o, peor aún, a la arrogancia. El éxito de Red Bull fue fruto del trabajo en equipo y, a medida que se fueron figuras clave, Horner intentó convencer al mundo de que eran prescindibles y fáciles de reemplazar.
Como descubrió Julio César, puedes cruzar el Rubicón como conquistador, pero pronto te encuentras diciendo “¿Tú también, Bruto?” mientras te apuñalan por la espalda. Red Bull ya está en su fase decadente, la podredumbre competitiva ha comenzado, y lo que se necesita es un reinicio.
Y bien puede empezar ahora.
Foto de: Red Bull Content Pool
Cuando estalló el ‘escándalo’ que sacudió a Red Bull el pasado invierno, ya parecía inevitable que Christian Horner acabaría perdiendo su puesto.
De alguna forma sobrevivió, a pesar de que muchas figuras con poder dentro y fuera del equipo querían verlo fuera —pero ni el equipo ni la empresa como tal pudieron realmente pasar página.
Sinceramente, los buenos resultados en pista al inicio de 2024 ayudaron a aliviar la presión sobre Horner. Y con Max Verstappen sumando un título más pese a que McLaren F1 y Ferrari superaban a Red Bull, el jefe logró capear el temporal.
Sin embargo, esas acusaciones han colgado sobre Horner como la espada de Damocles desde entonces, y cuesta imaginar que el hecho de airear públicamente todos los trapos sucios no haya tenido algo que ver en su salida precipitada.
Aunque en su día logró el respaldo interno necesario, el hecho de que ahora lo hayan echado hace que parezca una oportunidad perdida. Si se hubiera producido hace 18 meses, habría habido más tiempo para planear el futuro de cara a 2026.
Foto de: Sam Bloxham / Motorsport Images
Si dentro de Red Bull creían que prescindir de Christian Horner era necesario para la unidad del equipo de F1, entonces algo positivo se puede decir de la decisión. Pero en términos generales, no va a cambiar mucho, y el momento elegido es, como poco, extraño.
Laurent Mekies tiene mucha experiencia en diferentes organizaciones y es más que capaz como jefe de equipo, pero probablemente su ascenso no tendrá efecto a corto plazo. El principal problema es el RB21, y con los esfuerzos ya centrados en el coche del año que viene, eso seguirá igual durante la segunda mitad de 2025. Ambos títulos mundiales están simplemente perdidos.
Para 2026, todo dependerá del proyecto de motor de Red Bull, así que el cambio Horner-Mekies tampoco influirá demasiado en el rendimiento en pista a corto plazo. Está pensado para el éxito a largo plazo, pero en ese sentido, el daño ya está hecho. Figuras clave como Adrian Newey, Rob Marshall, Jonathan Wheatley y Will Courtenay ya se han marchado o lo harán, y esas personas no se reemplazan fácilmente, esté quien esté al mando. Eso significa que las luchas internas ya han hecho mucho daño a Red Bull, y parte de ese daño puede que ya no tenga solución.
Foto de: Red Bull Content Pool
El hecho de que esto haya ocurrido ahora —y no hace 18 meses— en última instancia es positivo para el propio Christian Horner. No es un final feliz, pero aunque la decisión haya sido inesperada, al menos Red Bull fue respetuosa: reconoció sus logros y su lugar en la historia del equipo. Si hubiera pasado justo después del escándalo, el contexto habría sido muy diferente.
Ser despedido entonces —y por unas acusaciones de comportamiento inapropiado— no habría dejado abierta la puerta a que Horner regresara a la F1 con otro equipo. Dejando de lado los aspectos morales, ya que probablemente nunca sabremos toda la verdad, eso le habría hecho un flaco favor. En lugar de convertirse en una especie de persona non grata, ahora la conversación es si podría encajar en un rol de liderazgo en otra estructura, con nombres como Ferrari o Cadillac ya en el aire.
Se va ahora con el rendimiento como una de las razones principales, algo que al menos se puede debatir. Su equipo ha ganado dos carreras este año, y su piloto estrella estuvo en la lucha por el título al menos al principio. La caída de Red Bull en 2025 todavía puede verse como algo puntual.
Que sea la decisión correcta para Red Bull depende de si su cúpula reconoce la necesidad de un nuevo comienzo. El “equipo de ensueño” que llevó a Red Bull al éxito no empezó a romperse ahora: la descomposición comenzó hace más de un año con la marcha de varios altos cargos. Red Bull necesita reinventarse, y es comprensible que la directiva considere que eso también pasa por tener un nuevo jefe de equipo.
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