A China le ha costado mucho alcanzar el puesto que hoy ocupa. Años de trabajo e investigación. Miles de millones de yuanes invertidos por empresas, accionistas y el gobierno. Todo podría ahora irse al traste por culpa de una guerra comercial que está empezando a amenazar a la industria. El coche eléctrico vive una auténtica revolución comercial. Con la oferta disparada, muchos aseguran que más pronto que tarde el mercado implosionará. El Gobierno chino ha dicho basta, tomará medidas para acabar con la “competencia irracional”.
Se estima que son 130 marcas diferentes compitiendo por un mercado que en 2024 vendió más de 34 millones de coches nuevos. Para hacernos una idea de la magnitud del mercado chino, sólo en China se venden más coches nuevos que en Estados Unidos y Europa, juntos. Son cifras que nunca antes se habían visto en la industria. Es normal que decenas de marcas traten de hacerse un hueco, tanto extranjeras como nacionales. Sin embargo, el nacimiento sin control de nuevas empresas está provocando el caos. Todo el mundo espera que la situación empeore.
Son demasiadas marcas, aunque sea el mercado más grande del mundo. El precio, al igual que en España, se convierte en un poderoso argumento de venta. El precio de un coche eléctrico en China es muy inferior al de uno europeo. Por apenas unos miles de euros al cambio es posible comprarse un coche. Las ofertas y los descuentos se han convertido en el pan nuestro de cada día. Promociones que echan por tierra las tarifas con el único propósito de vender más. No todas las marcas pueden ofrecer precios tan bajos.
La rentabilidad preocupa. En algunos casos, en muchos, se trabaja con pérdidas significativas. Los balances muestran la dureza de la realidad. Miles de millones de yuanes en pérdidas que no hacen más que crecer. Muchas empresas empiezan a pasarlo mal, mientras que preocupan los balances de resultados de compañías más grandes como BYD. Los de Shenzhen se han fijado objetivos muy ambiciosos que tienen que cumplir si no quieren dar una mala imagen.
La única forma de lograr aumentar las ventas es reducir los precios, lo que a su vez produce problemas de rentabilidad y una menor cantidad de beneficios. Es la pescadilla que se muerde la cola. En algunos casos la situación es tan dramática que algunas concesiones ya están cerrando sus puertas. En el seno del Gobierno presidido por Xi Jinping preocupa que la situación se complique aún más. Muchas empresas y la imagen del país corren peligro en un momento clave para la industria. Europa y China están inmersas en serias negociaciones, mientras que desde el otro lado del Pacífico Donald Trump y Estados Unidos amenazan con sus aranceles.
Aranceles que preocupan poco o nada a los chinos. El ejecutivo se ha comprometido a frenar la “competencia irracional” de su industria de coches eléctricos. La promesa se hizo pública el pasado miércoles en una reunión del Consejo de Estado presidido por el primer ministro Li Qiang. La reunión, que en esencia constituye el gabinete chino, añadió que las autoridades también regularán eficazmente el orden del mercado en el sector. El Gobierno se propone intensificar las investigaciones y tomar el control de los precios.
El mes pasado, según informan fuentes locales, una delegación de funcionarios chinos convocaron en Pekín a los directores de los principales fabricantes de coches eléctricos, incluyendo BYD, para abordar las preocupaciones sobre la prolongada guerra de precios. Los funcionarios instaron a los fabricantes a «autorregularse» y a no vender coches por debajo del precio de coste ni ofrecer rebajas desproporcionadas. Si bien el crecimiento económico se encamina a alcanzar la meta oficial de expansión del 5% para este año, la caída de los precios amenaza con arrastrar a la segunda economía más grande del mundo a una desaceleración prolongada.
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El Gobierno dice basta: China se compromete a acabar con la "competencia irracional" de los coches eléctricos
