Es la quinta vez que Yamaha Motor gana en la categoría de Design Concept del Red Dot Award: su moto MOTOROiD2 (que se presentó al público en 2023 y que es una evolución del primer modelo conceptual MOTOROiD, presentado en 2017) se ha hecho con dicho galardón en este 2025.
Esta moto «busca generar una interacción bidireccional entre ella y su propietario. Por ello, el diseño evolucionó hacia una dirección más orgánica y emocional», leemos en la nota de prensa del fabricante de Iwata.
Y es que todo el chasis en esta motocicleta funciona como una interfaz que pretende «expresar las emociones de la moto a través de la luz, el tacto y el movimiento». Es difícil de explicar, pero las imágenes hacen el resto. «Las características de esta moto profundizan la conexión sensorial del conductor con la moto, logrando un diseño futurista y de interacción mutua que la distingue de las motocicletas convencionales», prosigue la marca en su comunicado.
Y, ¿todo eso qué significa? Dicen que en una motocicleta estándar o convencional, la conexión con ella no va más allá del uso del manillar, el asiento o los estribos. En el caso de la MOTOROiD2, la mayor parte de su exterior es una interfaz diseñada para promover la interacción mutua entre el hombre y la máquina.
«El ser humano se fusiona con la máquina como si fuera un ser vivo, permitiendo a cualquier conductor experimentar» (Jin-Ki Kanno, responsable del diseño de la Yamaha)
Ejemplo: se ha instalado un dispositivo háptico llamado Leaf que tiene una función de transformación optimizada que responde a la situación de subir o bajar, por ejemplo. También posee un poder de trasnformación para que el usuario no tenga que adaptarse a las exigencias de la conducción (con un correspondiente alto nivel de pilotaje): esta moto admite diferentes posturas a los mandos.
Y es que el conductor puede cambiar entre tres niveles de conducción: la postura tradicional, usando el manillar, el asiento y el estribo, el estilo ‘jockey’, en el que las rodillas se apoyan en un novedoso «apoyo», y el estilo «centauro», mitad hombre, mitad caballo, en el que el conductor puede ponerse de pie, liberando así por completo la parte superior del cuerpo. La máquina responde a cada postura, respectivamente, y puede transformarse a la posición necesaria en cada momento.
Pero hay más: la tecnología de control de equilibrio AMCES. Esto permite que la motocicleta sea independiente, manteniendo el equilibrio mediante la vibración de la batería: «El equilibrio se controla modificando el valor de control según el conductor, dependiendo de si el vehículo está ocupado y por quién está ocupado. Los resultados muestran que, incluso a baja velocidad, donde las motocicletas convencionales presentan mayores dificultades, es capaz de lograr una conducción autónoma con movimientos naturales coordinados con los del conductor», dice Yamaha.
Pero, ¿cómo sabe la moto de nuestras intenciones a la hora de pilotar? Pues Yamaha dice que se han instalado cámaras de reconocimiento de imágenes en cuatro direcciones (frontal, izquierda/derecha y una posición que permitiera capturar el rostro del conductor) para la IA del vehículo. «Las cámaras cambian constantemente para captar las intenciones del conductor, y al vincular la IA con él, se pueden mejorar diversas funciones de reconocimiento», asegura el fabricante.
También se han realizado importantes actualizaciones en el ámbito de los gestos reconocibles, y el objetivo es que los conductores puedan comunicar sus intenciones a la máquina mediante gestos sensoriales, y que esta responda a ellos en consecuencia. Pero además, al ser autónoma (vamos, que anda sola) podemos llamarla y acudirá obedientemente a nosotros. O podemos caminar y que ella nos acompañe manteniendo nuestra velocidad. ¡Alucinante! En definitiva, un paso más hacia la perfección: que la máquina se adapte a nosotros y no al contrario.
Temas
Esta motocicleta eléctrica se adapta a los usuarios y no al revés: por eso ha recibido un importante galardón internacional
