En plena oleada de tensiones comerciales entre Estados Unidos, China y Europa, un dato revelador emerge de los últimos informes del Departamento de Comercio estadounidense: el mayor exportador de vehículos desde Norteamérica no es una firma norteamericana ni asiática, sino la alemana BMW. Durante 2024, la marca registró exportaciones por un valor que alcanzó los 10.100 millones de dólares, equivalentes a aproximadamente 225.000 coches fabricados en su planta de Spartanburg, Carolina del Sur.
Además, si se considera el acumulado desde 2014, BMW superó los 100.000 millones de dólares en exportaciones solo desde esa fábrica estadounidense, lo que representa cerca del 63% de su producción total. Esta capacidad no solo sitúa a Spartanburg como la instalación más importante del grupo a nivel global, sino que también resalta la importancia estratégica de Estados Unidos en su cadena de valor.
Milan Nedeljković, miembro del Consejo de Administración de BMW AG, subraya que la planta de Spartanburg lleva más de tres décadas siendo un pilar clave de su red de producción y la mayor del grupo en todo el mundo. El alto volumen de exportaciones subraya también la relevancia del libre comercio para Estados Unidos, beneficiando no solo a BMW sino también a una red local de proveedores.
Mirando hacia el futuro, la planta de Spartanburg iniciará la producción de vehículos 100% eléctricos a finales de 2026, con la intención de ensamblar hasta seis modelos de cero emisiones en su territorio para 2030 Además, BMW construye otra instalación de montaje de baterías en Woodruff (Carolina del Sur), cuya puesta en marcha está prevista para marzo de 2025; desde allí saldrán baterías de sexta generación para los vehículos eléctricos fabricados en Spartanburg.
No obstante, este liderazgo exportador llega en un escenario cargado de desafíos. El presidente Donald Trump ha impuesto aranceles del 25 % a los vehículos y componentes importados, lo que podría afectar seriamente a marcas como BMW que exportan desde EE.UU. Bruselas ya ha mostrado su malestar y anuncia respuestas contundentes. La vicepresidenta de la Comisión Europea para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha advertido que Europa “no se puede quedar de brazos cruzados” y que estudia medidas de defensa conforme a las reglas del comercio internacional.
Incluso se ha especulado con que Trump podría elevar los aranceles al 50 % si no se alcanzan acuerdos, lo que aumentaría aún más la presión sobre la industria automotriz europea
Pese a los nuevos aranceles del 15%, la industria europea del automóvil ha esquivado el peor escenario. Volkswagen ha sufrido una caída del 36,6 % en sus beneficios semestrales, aunque la producción local de BMW y Mercedes ha amortiguado el impacto. Stellantis también ha mitigado efectos por su capacidad productiva en Estados Unidos.
Esta revelación de que es una firma europea la mayor exportadora de coches desde Estados Unidos es tan sorprendente como ilustrativa de la interconexión global. Su éxito en Spartanburg destaca no solo por cifras financieras, sino por su capacidad de adaptarse y proyectar su estrategia eléctrica desde suelo americano.
No obstante, la amenaza arancelaria sigue latente y pone en jaque a una industria que avanza hacia la movilidad sostenible. Europa prepara su respuesta, y BMW, mientras, apuesta por reforzar su presencia eléctrica en EE.UU. para protegerse de las tensiones comerciales.
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A Donald Trump no le gusta, pero el exportador de coches más potente de Estados Unidos es europeo, no norteamericano
