Tras meses de tensas negociaciones, Estados Unidos y la Unión Europea han alcanzado un importante acuerdo comercial que promete reconfigurar el panorama económico global, especialmente en el sector del automóvil. El pacto, valorado en miles de millones de dólares, también afecta a sectores clave como el de la energía, la defensa y la tecnología.
Una de las medidas más destacadas del acuerdo es la reducción de los aranceles estadounidenses a los vehículos fabricados en Europa, que pasarán del 27,5% al 15%. Aunque sigue siendo una tasa elevada en comparación con los promedios históricos (4,8% antes del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca), evita la escalada prevista al 30% que el presidente había amenazado con imponer a partir del 1 de agosto de este año 2025.
Los mercados bursátiles internacionales reaccionaron positivamente tras el anuncio, impulsados por la expectativa de un nuevo entorno comercial más estable. Este acuerdo sigue a uno previo firmado entre EEUU y Japón, que también ajustó aranceles clave en varias industrias.
Además de la industria del automóvil, el acuerdo incluye la compra por parte de la Europa de 750.000 millones de dólares en petróleo, gas, energía nuclear y semiconductores estadounidenses durante los próximos tres años, y contempla inversiones europeas por valor de 600.000 millones de dólares en Norteamérica, incluyendo la adquisición de equipamiento militar.
Según Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, también se eliminan los aranceles a los aviones y sus componentes, a productos químicos específicos, a ciertos medicamentos genéricos, a semiconductores, y a algunos productos agrícolas y materias primas críticas.
“Creo que este es el mayor acuerdo jamás alcanzado”, declaró el presidente Donald Trump a la prensa.
A pesar de los avances, persisten ciertos obstáculos. El arancel del 50% sobre el acero y el aluminio europeos se mantiene vigente, aunque ambas partes han dejado abierta la posibilidad de sustituirlo por un sistema de cuotas en futuras rondas de negociación.
Asimismo, se confirmó que Bruselas reducirá las barreras no arancelarias para automóviles y algunos productos agrícolas norteamericanos, aunque los detalles técnicos de estas medidas aún se están definiendo.
Este pacto marca un punto de inflexión en las relaciones comerciales transatlánticas y abre una nueva etapa en la competencia global del sector del automóvil, en el que los fabricantes europeos podrían recuperar parte del terreno perdido en el mercado estadounidense bajo el anterior régimen arancelario.
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