Eran aproxidamente las 14:17h de la tarde del 1 de mayo de 1994, durante la disputa de la tercera carrera de esa temporada, el GP de San Marino en el circuito de Imola, cuando el líder Ayrton Senna perdió el control de su Williams FW16 en la Variante Tamburello a izquierdas cuando rodaba a 309 km/h, desplazándose hasta el muro de hormigón de la derecha, contra el que chocó violentemente a 211 km/h, en un impacto que le acabaría costando la vida.
Senna había liderado el warm-up de la mañana (una sesión que ya no existe en la F1) con solvencia, después de las dudas y el temor que le habían dejado los trágicos acontecimientos de ese finde semana. El viernes, en la jornada de entrenamientos, el también brasileño Rubens Barrichello sufrió un terrible accidente a alta velocidad en la Variante Bassa. El médico de la FIA, Sid Watkins, le salvó la vida, pero nadie pudo hacer nada por evitar la muerte, el sábado, del austriaco Roland Ratzenberger.
Tras decidir correr, la prueba empezó con accidente entre Pedro Lamy y JJ Lehto, lo que provocó la salida del Safety Car, un Opel Vectra más lento que los coches de seguridad modernos, y que incluso llevó a Senna a acercarse mucho por detrás instándole a acelerar. La carrera se relanzó en la vuelta 6, y fue al inicio de la vuelta 7 cuando Ayrton Senna sufrió su accidente mortal, cuando era líder. Hay quien piensa que esas vueltras tras el Opel enfriaron demasiado los neumáticos, lo que podría haber sido clave en el accidente de Senna, y otros consideran que se rompió la columna de dirección de su coche.
Tras el impacto con el muro derecho del circuito de Imola, que arrancó el neumático delantero derecho y el morro del Williams, Senna quedó inmóvil dentro del cockpit. Se movió levemente tras pocos segundos, dejando un halo de falsa esperanza tras el que Senna no volvió a moverse jamás. El neumático delantero había impactado con la parte frontal del casco Bell del piloto, impulsándole hacia atrás contra el reposacabezas, lo que le generó fracturas en el cráneo. Para mal de males, un trozo de la suspensión también le provocó un traumatismo en la cabeza y otra pieza le perforó la visera del casco, sobre el ojo derecho.
Con la carrera neutralizada, el liderato pasaba a manos de Michael Schumacher. Cuando los bomberos llegaron al lugar del accidente, donde había un charco de sangre, tuvieron que esperar a los médicos, y el cuerpo de Senna se retiró en pocos minutos con un gravísimo traumatismo craneoencefálico.
Los médicos aplicaron a Ayrton Senna una traqueotomía de emergencia para facilitar su respiración de manera artificial, mientras en el circuito reinaba el silencio y poco a poco todos comenzaban a temer lo peor. En el libro ‘La vida al límite: triunfo y tragedia en la Fórmula Uno’ Sid Watkins, médico de la FIA que había atendido a Senna, reveló un último suspiro del piloto: “No soy religioso, pero en ese momento sentí que su espíritu se alejaba del cuerpo”. Luchando por la vida del héroe brasileño, y tras las medidas impertinentes Watkins pidió un helicóptero médico y ordenó al anestesista de cuidados intensivos que lo llevará al Ospedale Maggiore di Bologna (Hospital Mayor de Bolonia), donde el corazón de Senna, a las 15:10h, diez minutos después de haber llegado, dejó de latir.
Tras conectarle a una máquina de soporte vital el corazón de Senna volvió a latir, pero sobre las 18:37h de la tarde volvió a dejar de hacerlo, esta vez para siempre. A las 18:40h de ese 1 de mayo de 1994 se anunció al mundo que Ayrton Senna, uno de los pilotos más talentosos de todos los tiempos, había muerto.
El GP de San Marino 1994 de F1 lo ganó Michael Schumacher con Benetton-Renault, por delante del Ferrari de Nicola Larini, que no volvió a conseguir un podio jamás, y de Mika Hakkinen con el McLaren-Peugeot. Senna, que había abandonado las dos primeras carreras por fallos de su coche tras haber conseguido la pole en ambas, parecía empezar en Imola su asalto al cuarto campeonato con el complicado FW16, pero la muerte se cruzó en su camino.
Quienes le vieron correr aseguran que quizás ha habido algún piloto mejor, pero ninguno como él. Además de su indudable talento, a su mística, y su leyenda que aumentó con su tragedia, se unía un gigantesco carisma que hace que hoy, 31 años después, siga muy presente en la cabeza de todos.
El único consuelo que le habría quedado a quien apodaban como ‘Magic’ es que su muerte contribuyó enormemente a la mejora de la seguridad en la Fórmula 1. Por lo demás, todos se preguntan hasta dónde habrían llegado sus estadísticas sin ese infortunio, y si podría haber logrado algún mundial más.
La historia no permitió saberlo, pero desde aquel 1 de mayo su figura se agrandó aún más de lo que ya estaba, y no hay aniversario en el que, pese a conocer el desenlace, deseemos que esa vuelta 7 del GP de San Marino hubiera sido solo un mal sueño. SENNA SEMPRE.
En este artículo
Jose Carlos de Celis
Fórmula 1
Ayrton Senna
Williams
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