Elon Musk es bien conocido por ser la mente pensante (o la cara más visible) de Tesla, el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo; SpaceX, la empresa que ha revolucionado la carrera espacial; o Neuralink, que diseña implantes cerebrales y desarrolla interfaces cerebro-máquina. Pero a partir de 2025 tendrá un nuevo empleo en la Casa Blanca como responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Un país tan grande como Estados Unidos tiene una administración central (federal) gigantesca. Según el Directorio Federal, existen unas 430 agencias federales en activo, incluyendo subdivisiones y oficinas. Son entidades gubernamentales con capacidad para promover e implantar leyes, regular diferentes ámbitos de la sociedad estadounidenses y administrar presupuestos. Algunas son bien conocidas, como el FBI, la CIA, la NASA, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) o la poderosa Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Su poder de influencia sobrepasa las fronteras estadounidenses.
La deuda pública estadounidense supera los 35 billones de dólares (22 veces el PIB de España) y crece a un ritmo de 268 millones de dólares por hora, según datos de la propia Casa Blanca. Con el objetivo de reducir el gasto público, Donald Trump se ha propuesto reducir el tamaño de la administración federal y para ello se ayudará de Elon Musk, que dirigirá el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental.
El Departamento de Eficiencia Gubernamental, o DOGE por sus siglas en inglés, no es una agencia gubernamental en un sentido estricto, sino una iniciativa experimental en la que figuras públicas y expertos en diversas industrias colaborarán para identificar procesos burocráticos obsoletos, proponer soluciones y fomentar una administración más ágil. Según el propio Trump, el objetivo es «reducir el exceso de regulaciones, recortar gastos innecesarios y reestructurar las agencias federales». Resumidamente: reducir el tamaño del Gobierno federal y, de paso, modernizar las instituciones en la era digital.
Es algo así como una agencia federal de mentira cuyo objetivo es reducir el número de agencias federales reales. Su nombre parece pragmático pero tiene mucha retranca: DOGE es el ticker de la criptomoneda favorita de Elon Musk, el Dogecoin. Su logotipo está basado en el popular meme de Internet «Doge», con un Shiba inu como protagonista. En 2021, la Comisión de Valores de EE.UU. abrió una investigación a Musk por la posible manipulación del valor de esta criptomoneda a través de sus tweets. Más tarde, inversores particulares demandaron a Musk acusándolo de inflar el precio, pero un juez lo desestimó.
Como decíamos, el Departamento de Eficiencia Gubernamental no es una agencia clásica y formal como tal. En esta nueva ocupación, Musk no tendrá un salario. Se trata más bien de un cargo simbólico, aunque eso no significa que no vaya a hacer nada.
Su tarea consistirá, por un lado, en conseguir hacer más con menos. Algo similar a lo que hizo con Twitter nada más comprarlo, cuando despidió a casi el 80 por ciento de la plantilla. En una reciente entrevista con Tucker Carlson, en la que estaba acompañado de uno de sus once hijos, Musk dijo que debería reducirse el número de agencias federales a 99. Esto supondría eliminar 331 agencias, aproximadamente el 77% de las existentes actualmente.
Por otra parte, también asesorará a Donald Trump para modernizar las instituciones, desde la digitalización de trámites hasta la optimización del transporte urbano. Uno de los primeros proyectos en los que Musk ha mostrado interés es la modernización del transporte público. Inspirado en las tecnologías desarrolladas por The Boring Company (compañía de su propiedad), el empresario ha propuesto explorar la viabilidad de túneles subterráneos para reducir la congestión en áreas urbanas densamente pobladas.
Elon Musk también ha señalado que la inteligencia artificial (IA) puede jugar un papel crucial en la gestión gubernamental. Según Musk, utilizar herramientas con inteligencia artificial ayudará a analizar grandes volúmenes de datos e identificar redundancias administrativas, optimizar la asignación de recursos públicos y agilizar trámites con la administración.
Tesla ha revolucionado la industria del automóvil con vehículos eléctricos punteros y muy rentables económicamente, además de invertir mucho en conducción semiautónoma. SpaceX, por su parte, ha reducido drásticamente el coste de los viajes espaciales al reutilizar cohetes, una hazaña antes considerada imposible. Elon Musk ha resuelto problemas muy complejos en la empresa privada, pero trasladar este enfoque al ámbito gubernamental no será tarea sencilla.
¿Puede el sector público aprender del espíritu disruptivo del sector privado? Es razonable dudar que Musk sea la persona adecuada para este rol. Sus métodos, a menudo implacables e incluso un tanto impulsivos, podrían no encajar en un entorno que requiere consenso político y sensibilidad social. Además, es de sobra conocida la tendencia del empresario a prometer por encima de sus posibilidades, al menos en cuanto a plazos. Aquí es donde el enfoque de Musk podría chocar con la realidad. En cualquier caso, independientemente del éxito del DOGE, Musk ya ha ganado mucho entrando en la órbita política de Donald Trump.
Redactor y probador de Híbridos y Eléctricos, desde 2019 cubriendo la actualidad del sector de los vehículos eléctricos y la movilidad sostenible.
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