Desde Assurant han lanzado un libro blanco del conductor de vehículo eléctrico para ayudar a los concesionarios a gestionar y dar salida al stock eléctrico acumulado. Aunque el fin último de esta 2024 US EV Consumer Study, es, como dice el subtítulo, orientar a los puntos de venta especialmente en EEUU en un mundo cambiante, lo cierto es que las conclusiones resultan de lo más ilustrativas y perfectamente extrapolables al mercado europeo en general y el español en particular.
Tras analizarlo, hemos querido destacar algunos puntos concretos que pueden ser de mucha ayuda para que los grandes players de la automoción sepan con quién se las gastan.
Para empezar un aspecto importante: mucho más a menudo de lo que pensamos el comprador tradicional y el potencial comprador de un vehículo eléctrico coinciden en el mismo hogar y es posible que hasta en la misma persona y la posibilidad de que se decanten por una u otra opción puede depender en muchos casos de la completa información que reciban. Por eso ,es importante conocer muy bien qué preocupa al potencial conductor de coche eléctrico.
El primer dato llamativo: según la encuesta, el 20% de los conductores de un vehículo de combustión estaría dispuesto a pasarse a un vehículo eléctrico. La razón principal: el ahorro de combustible y la menor necesidad de mantenimiento.
Uno de los elementos más críticos para los potenciales compradores de vehículos eléctricos es el rango de autonomía. La mayoría de los encuestados afirman que para plantearse comprar un coche eléctrico necsitan un rango de autonomía medio de 400 millas (644 km), cuando en realidad el 95% de los conductores reconoce utilizarlo de media por debajo de 75 millas (120 km).
Una descoordinación que se repite también en Europa: se demandan coches eléctricos con autonomías medias entre 300 y 400 km, cuando la media diaria de kilómetros en España está situada en los 41,6 km. Hay, pues, una clara discrepancia entre el rendimiento esperado y el rendimiento real del coche.
Otro de los datos que revela la encuesta es que la ansiedad por autonomía disminuye notablemente entre los usuarios reales de un vehículo eléctrico, lo que revela que el rendimiento real de un BEV es suficiente para afrontar el día a día.
Según los gráficos de la encuesta, antes de comprar el primer coche eléctrico el 57% de los compradores presenta ansiedad por autonomía (range anxiety) y a medida que van usando el vehículo esa ansiedad va disminuyendo: al 40% en los tres primeros meses, al 17% a partir del tercer mes y sólo el 3% sigue teniendo esa ansiedad por autonomía pasados los 6 meses desde la compra.
Si antes decíamos que el 20% de los actuales propietarios de coches de combustión se pasarían al coche eléctrico, en el caso de los potenciales compradores el porcentaje es aún más llamativo: el 62% considerarían pasarse a un coche eléctrico, un 2% más que en 2022.
Entre los motivadores para la compra destacan el ahorro de combustible (el 85%) y el bajo mantenimiento (82%) como las dos razones principales para hacer el cambio. El tercer motivador potente sería la posibilidad de cargar el vehículo en casa (81%), seguido muy de cerca por la concienciación medioambiental (80%).
La menor dependencia de recursos no renovables y los incentivos fiscales y subvenciones son los argumentos que más crecieron con respecto a 2022, un 17% y un 14% respectivamente, hasta representar el argumento de peso para el 76% y el 69% de los consumidores, respectivamente. El papel de las ayudas en el estímulo ha quedado patente en Europa tras la contracción del mercado de electrificados en aquellos países donde se han retirado los estímulos, como es el caso de Francia y Alemania.
El séptimo argumento de compra más importante es la adopción de nuevas tecnologías, los llamados early adopters, que representa el 55%.
Si antes hablábamos de los principales motivos de adopción del vehículo eléctrico, es importante conocer cuáles son las principales barreras para el consumidor. Y hay algunas que, a pesar de los esfuerzos de los fabricantes tanto de vehículos como de infraestructuras, siguen repitiéndose año tras año.
Así, la primera gran barrera continúa siendo el precio, seguida de la insuficiente infraestructura de carga pública y el coste de reparación de un vehículo eléctrico. El cuarto gran obstáculo más mencionado por los consumidores es lo relativo a la seguridad de la batería, un apartado que ha subido tres posiciones desde el puesto número 7 que ocupaba en 2022.
Completan el listado de principales barreras tres aspectos que han perdido en cualquier caso importancia con respecto a 2022: el tiempo requerido para la carga, carga completa insuficiente para el trayecto necesario y la no existencia de modelos eléctricos que se adecúen al coche que anda buscando el consumidor. Este descenso refleja muy bien el esfuerzo de los fabricantes por combatir los miedos y las dudas de los potenciales compradores.
El 48% de los propietarios de coche eléctrico declara que no volvería a los coches de combustión. Sin embargo, hay todavía un preocupante 19% que responde afirmativamente. Las razones para este potencial cambio habría que buscarlas en tres aspectos fundamentales: el coste de mantenimiento (44%), la dificultad para encontrar estaciones de carga públicas (43%), problemas con puestos de carga públicos dañados o que no funcionan (40%). Otros aspectos relevantes son los tiempos de carga (37%) y el precio de compra (22%).
Hay un 33% responde que quizás regresaría al coche de combustión, de manera que es importante que los principales agentes de la electrificación se centren en resolver los problemas que todavía hay en torno al coche eléctrico para que ese porcentaje se mantenga fiel a su vehículo eléctrico.
Periodista y escritora, con una larga trayectoria vinculada al periodismo económico, la innovación, el emprendimiento y la gestión.