El sentido de libertad que llevó al jefe de Williams F1, James Vowles, a los cielos #F1 #FVDigital

El sentido de libertad que llevó al jefe de Williams F1, James Vowles, a los cielos #F1 #FVDigital

Cuando el jefe del equipo Williams, James Vowles, y su esposa Rachel siguieron su tradición anual de Año Nuevo de ponerse un reto, la idea era aprender una nueva habilidad durante el año. Clases de piano, aprender un nuevo idioma; te haces una idea.
Pero en 2020 Vowles se marcó un objetivo un poco más ambicioso. Sin que su esposa lo supiera, el entonces ingeniero de Mercedes comenzó en secreto clases de vuelo en helicóptero. “Me llevó más de un año, porque incluso pasamos por el siguiente proceso de Año Nuevo”, cuenta Vowles a Motorsport.com. “Siempre que tenía tiempo, desaparecía medio día y me iba a un aeródromo en High Wycombe a aprender a volar”.
“Al final, hice 56,5 horas de vuelo y 11 exámenes teóricos. Como puedes imaginar, no fue fácil mantenerlo en secreto todo el tiempo, así que cuando pensé que Rachel empezaba a sospechar, reservé un tour en helicóptero por Londres para los dos”.
“Todo el personal —unas 25 personas— estaba al tanto de la sorpresa. Yo cogí el briefing como si nada, me pusieron delante porque tengo las piernas más largas y luego pedí si podía toquetear un par de interruptores. Arranqué el helicóptero y despegué. Ojalá hubiéramos grabado la reacción de Rachel… Ese día el techo de nubes estaba demasiado bajo, así que solo volamos alrededor del aeródromo, pero una semana más tarde la llevé de nuevo a Londres. Creo que rompí nuestra tradición con esa”.
Foto de: Williams
Naturalmente, a Vowles no se le ocurrió de repente la idea de volar helicópteros, sino que actuó siguiendo una pasión de toda la vida por los cielos.
“Lo remonto a cuando tenía cuatro o cinco años y tuve mi primera bicicleta”, recuerda. “Representaba libertad, de repente podías ir mucho más lejos y explorar más. Y la aviación es una extensión de eso: te permite ver el mundo de una manera que muy poca gente puede ver normalmente. La mayoría de personas ha tomado un vuelo comercial, pero eso es distinto a decidir cómo quieres explorar el mundo, levantarte una mañana y hacerlo. Eso es lo que me gusta de la aviación, esa libertad de hacer algo único”.
“Cuando era pequeño, uno de mis sueños era ser piloto de caza en la Fuerza Aérea. Me gustaba cualquier vehículo que ofreciera velocidad. ¿Y cuál tiene más velocidad? Bueno, si vas a hacerlo, mejor pasar de Mach 1…”
Con el tiempo, el interés de Vowles se desplazó de los aviones de ala fija a los helicópteros, que no dan la misma dosis de velocidad que un reactor de alto rendimiento, pero sí una forma de vuelo mucho más manual con la que se sintió conectado.
Despegar con el Robinson R-66 Turbine que alquila requiere una fuerte presión en el pedal de dirección —o pedal anti-par —; las técnicas específicas de los helicópteros para mantenerse en estacionario y aterrizar exigen gran precisión, mientras que las avionetas son mucho más tolerantes.
Foto de: Williams
La cabina acristalada en forma de burbuja proporciona una visibilidad excelente, lo que ayuda a Vowles a alcanzar ese sentido de libertad que tanto ansía. Y tras haber competido en coches GT como piloto amateur, encontró paralelismos que aceleraron su aprendizaje.
“Probé también el vuelo en ala fija, pero no me resultó interesante”, explica. “Si sueltas los mandos, el avión se mantiene. Lo que yo quería era el reto de no tener otra opción que estar en un estado de concentración continua controlando la aeronave. Y eso es lo que da un helicóptero. Te mantiene alerta y se trata de microajustes constantes con los que debes estar completamente conectado. En cierto modo extraño, se parece sorprendentemente a conducir un coche de carreras”.
“Cuando haces tu primer estacionario, si logras mantenerte dentro del aeródromo, ya lo consideran bueno. Mi primer estacionario tuvo movimientos de unos tres metros de lado a lado. Estoy convencido de que cualquiera que conduzca un coche de carreras tiene lo necesario para volar un helicóptero, porque es muy similar: sintonizas con los movimientos del aparato y con los microajustes que debes hacer. Según entiendo, se trata de que tu equilibrio interno se sincronice con lo que haces con manos y pies”.
“Simplemente entras en sintonía con lo que hace el helicóptero y reaccionas todo el tiempo. Y creo que eso es lo que más disfruté”.
Por su apretada agenda como jefe de equipo de F1, con toneladas de compromisos además de un calendario de 24 carreras, Vowles vuela mucho menos de lo que le gustaría —”casi nada”—, pero se asegura de mantenerse al día y de realizar los exámenes anuales para conservar su licencia.
“Renuevo la licencia cada año, pero probablemente vuelo solo entre seis y diez horas anuales”, dice. “Me gustaría hacer más, pero como el helicóptero que alquilo está lejos, cuando llego, hago las revisiones y preparo todo, ya han pasado cuatro horas y media. No es un uso sensato de mi tiempo. Desde que empecé a volar hemos tenido dos hijos pequeños, así que cuando estoy libre debería pasar el tiempo con mi familia”.
“Así que lo que hago, por ejemplo, es usar el helicóptero para ir a sitios donde necesito estar, como Goodwood, lo cual sí es un buen uso de mi tiempo”.
Foto de: Williams
La revisión anual para mantener la licencia de helicóptero incluye practicar varias técnicas y procedimientos de emergencia, el más importante de ellos la autorrotación. Quizá al contrario de lo que muchos creen, los helicópteros no caen simplemente del cielo si falla el motor. Aunque no tienen alas que les den sustentación, descendiendo a una velocidad específica el piloto puede mantener los rotores girando incluso sin potencia y planear hasta una zona segura de aterrizaje.
Por eso la técnica es obligatoria para cualquier piloto, aunque practicarla sea inquietante. “Lo que me gusta es que los helicópteros deberían literalmente clavarse en el suelo, y sin embargo no lo hacen. Vuelan”, dice. “Debemos certificarnos cada año, lo cual es distinto a los aviones de ala fija. Y con razón, porque hay mucho más que dominar. Hay que hacer varias autorrotaciones anuales, hasta el suelo”.
“Sientes como si cruzaras un puente y el estómago se te encogiera, porque el helicóptero cae hacia la tierra, pero tienes un minuto o así para controlarlo y llevarlo exactamente donde quieras. Esa es una de las pruebas que hacemos, aunque los fallos de motor no ocurran”.
Pero Vowles no cree que volar helicópteros sea inherentemente peligroso. “Esa es la primera percepción, pero la realidad es que la mayoría de problemas los causa el piloto”, señala. “De todas formas, casi siempre llevo un segundo piloto conmigo, porque francamente, ¿por qué no? Al final del día, si me pasa algo, la seguridad de los demás es mucho más importante”.
Aunque finalmente se convirtió en ingeniero de motorsport en lugar de seguir una carrera en la Royal Air Force, Vowles sí cumplió un sueño de infancia cuando, antes del GP de Miami de mayo, él y su piloto Alex Albon fueron invitados por los Blue Angels, el famoso escuadrón acrobático de la Marina de EE. UU. Ambos tuvieron la oportunidad única de realizar una misión completa con el equipo, volando en el asiento trasero de dos F/A-18 Super Hornet biplaza.
Volar reactores de alto rendimiento en formación cerrada —a tan solo 45 cm de ala a ala— requiere una enorme cantidad de entrenamiento, coordinación, responsabilidad y trabajo en equipo. Y, como era de esperar, ese proceso fascinó al perfeccionista ingeniero y jefe de un equipo de 700 personas que aspira a llevar a Williams a la cima de la Fórmula 1. Las similitudes entre ambas organizaciones son notables.
“Lo primero que me llamó la atención fue el nivel de detalle en todo, incluso en aspectos que yo no consideraba relevantes. ¡Y eso que soy una persona obsesionada con el detalle!”, comenta entre risas. “Cómo salir del edificio, cómo caminas hacia el avión, cuándo saludas ya dentro, cuándo se cierran las cúpulas… todo al mismo tiempo”.
Foto de: Williams
Añade: “Todo se basa en estructuras de nivel mundial. Su sentido de la responsabilidad es de clase mundial, el mejor que he visto. No se trata de culpar. No se trata de lo que deberías haber hecho diferente. Es: ‘Esto fue lo que hice yo diferente. Me equivoqué en el tiempo, incliné demasiado, salí de tu estela y eso causó problemas a otro.’ Todo se basaba en la autorreflexión con un nivel de detalle altísimo. Creo que en este mundo tenemos mucho que aprender de eso”.
“Y además creo que el Hornet es el mejor avión del mundo”.
Aunque Vowles no tenga tantas horas de vuelo como quisiera, aún le quedan muchos objetivos por cumplir. Combinar su pasión con su familia joven es difícil ahora mismo, pero algún día quiere mostrarles el mundo desde el aire.
“Cuando tenga tiempo y mi familia sea un poco mayor, quiero usar estas habilidades para llevarnos a lugares divertidos a los que normalmente no iríamos”, dice. “Aún no he estado en la Isla de Wight ni en muchos lugares de Escocia, y sería una gran forma de hacerlo”.
“Creo que realmente por eso lo hice: para darnos la capacidad de salir y explorar el mundo”.
Foto de: Williams
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