La compañía Fisker enfrenta dificultades con su primer SUV eléctrico, el Fisker Ocean, que originalmente se destacaba por su diseño innovador y prometedor desempeño en el mercado frente al Tesla Model Y. Tras declararse en quiebra, la marca ha generado preocupación entre los propietarios de este modelo, quienes han experimentado una drástica depreciación en su valor de reventa.
Uno de los casos emblemáticos es el del propietario de un Fisker Ocean adquirido por $70,000 a principios de 2024, valorado ahora en $13,500 tras solo 10 meses, representando una pérdida del 80%. La situación económica de Fisker ha impactado no solo en la depreciación, sino también en la falta de actualizaciones de software, afectando el rendimiento del vehículo.
Además, la escasez de piezas de recambio y la presencia de problemas de hardware y software han generado desafíos adicionales para los propietarios. A pesar de esto, se destaca la agradable experiencia de conducción y la excepcional autonomía del Fisker Ocean, logrando 575 km según pruebas realizadas.
El caso del Fisker Ocean resalta los riesgos de adquirir vehículos de marcas emergentes, especialmente en un mercado competitivo como el de los SUV eléctricos. La falta de respaldo de la empresa pone en duda la viabilidad a largo plazo de este modelo, subrayando la importancia del soporte continuo y la estabilidad empresarial en el mercado de vehículos eléctricos.