Muchos informes han demostrado que es un mito que un coche eléctrico, considerando su vida completa desde la fabricación hasta el desguace final, es más contaminante que un coche de combustión. Una afirmación que se asienta sobre todo en poner sobre las espaldas del proceso de fabricación de las baterías un gran porcentaje de la contaminación en diferido de un vehículo eléctrico. Green NCAP, una iniciativa de evaluación de vehículos que se centra en la sostenibilidad medioambiental y la eficiencia energética señala que contaminan alrededor de un 30% menos que los de motor de combustión si se tiene en cuenta todo el ciclo de vida en ambos casos.
Sin embargo, una investigación realizada por Jennifer Guelfo, profesora asociado de ingeniería ambiental en la Universidad de Texas Tech, pone el acento sobre otro tipo de contaminación que no tiene nada que ver con el CO2, pero que sí puede modificar los procesos metabólicos de los seres vivos.
Los PFAS son un conjunto de más de 4.700 compuestos químicos sintéticos, muy utilizados, que se acumulan con el tiempo en los humanos y en el medio ambiente. Las baterías de iones de litio, presentes en teléfonos móviles y coches eléctricos, también contienen estos PFAS.
El equipo de investigadores descubrió que los PFAS, específicamente las sulfonimidas de bis-perfluoroalquilo (bis-FASI), presentan una persistencia ambiental y una ecotoxicidad similares a compuestos más antiguos y conocidos como el ácido perfluorooctanoico (PFOA).
Jennifer Guelfo, destacó en un comunicado el dilema que supone reducir las emisiones de dióxido de carbono, para lo que es crucial el empleo de vehículos eléctricos y baterías y el hecho de que emplearlas no debería aumentar la contaminación por PFAS.
El dilema que supone la fabricación, eliminación y reciclaje de estos agentes químicos en una batería de litio obliga a desarrollar tecnologías y soluciones de reciclaje que combatan la crisis climática sin liberar contaminantes altamente persistentes.
Para su investigación, publicada en Nature Communications, los investigadores tomaron muestras de aire, agua, nieve, suelo y sedimentos cerca de plantas de fabricación en Minnesota, Kentucky, Bélgica y Francia, encontrando altas concentraciones de bis-FASI. Además, las emisiones atmosféricas de bis-FASI pueden facilitar su transporte a larga distancia, afectando también a zonas alejadas de los lugares de fabricación.
El análisis de vertederos municipales en el sureste de los EE. UU. sugiere que estos compuestos pueden entrar al medio ambiente a través de la eliminación de productos, incluidas las baterías de iones de litio.
Las pruebas de toxicidad mostraron que las concentraciones de bis-FASI similares a las encontradas en los lugares de muestreo pueden alterar el comportamiento y los procesos metabólicos de organismos acuáticos.
Aunque la toxicidad de los bis-FASI no ha sido estudiada en humanos, otros PFAS están relacionados con cáncer, infertilidad y otros daños graves a la salud. Las pruebas de tratabilidad indicaron que los bis-FASI no se descomponen durante la oxidación, pero sus concentraciones en el agua podrían reducirse usando carbón activado granular e intercambio iónico, métodos ya utilizados para eliminar PFAS del agua potable.
Lee Ferguson, profesor asociado de ingeniería ambiental en la Universidad de Duke, afirmó que los tratamientos desarrollados para eliminar PFOA y PFOS también pueden funcionar para los bis-FASI, y es probable que su uso aumente a medida que las instalaciones de tratamiento se actualicen para cumplir con los nuevos niveles máximos de contaminantes de la EPA para los PFAS.
Guelfo y Ferguson subrayaron la importancia de adoptar tecnologías de energía limpia que reduzcan las emisiones de dióxido de carbono. Ferguson destacó la necesidad de aprovechar la experiencia de equipos multidisciplinarios para desarrollar infraestructuras energéticas limpias con una mínima huella ambiental. Mientras, Guelfo enfatiza la importancia de garantizar que las nuevas tecnologías energéticas sean realmente limpias aprovechando el impulso actual detrás de las iniciativas energéticas.
Redactor y probador especializado en vehículos eléctricos y movilidad sostenible. Escribe en Híbridos y Eléctricos desde 2017. Es ingeniero de Caminos por la Universidad Politécnica de Madrid y Técnico especialista en vehículos híbridos y eléctricos por la SEAS. Ha trabajado en medios como Movilidad Eléctrica y Km77.
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