Lejos de los titulares futuristas o los debates ideológicos, cada vez más conductores profesionales están haciendo la transición al coche eléctrico por una sola razón: ahorrar dinero. Así lo demuestran los casos de tres taxistas en Vigo, Barcelona y Valladolid que han cambiado el motor de combustión por uno eléctrico y han visto cómo sus gastos mensuales se reducían de forma radical. En todos los casos, el impacto económico fue tan evidente que no hubo vuelta atrás. “Me costaba más la gasolina que el coche”, resume uno de ellos.
En Vigo, Julio Sousa tomó la decisión en 2022, después de hacer cuentas con su asesor fiscal. Cambió su viejo Peugeot diésel por un Tesla Model 3, financiado a plazos, y conectó el coche a una tarifa eléctrica nocturna especial. Pasó de gastar unos 600 euros al mes en gasóleo a apenas 60 euros en electricidad. “El primer mes pensé que me había equivocado, que faltaba algún cargo. Pero no, simplemente ya no necesitaba repostar”, cuenta. En total, calcula que se ha ahorrado unos 7.000 euros en un solo año, lo que equivale a casi tres mensualidades completas del coche, explica en una entrevista en La Voz de Galicia. También disfruta de ventajas adicionales como el aparcamiento gratuito y el acceso sin restricciones a las Zonas de Bajas Emisiones.
En Barcelona, el taxista Ángel García lleva más tiempo apostando por la movilidad eléctrica. Desde hace cinco años conduce un Nissan Leaf de 40 kWh, con el que recorre unos 200 kilómetros diarios en turnos dobles. Aunque al principio temía la autonomía, pronto adaptó sus pausas para cargar a mediodía y por la noche, y sus números hablaron por sí solos: mientras que con un híbrido gastaría cerca de 300 euros mensuales en combustible, su gasto actual de electricidad ronda los 65 euros al mes. “He ahorrado más de 15.000 euros en cinco años, y el coche sigue funcionando perfectamente”, afirma en una entrevista en La Vanguardia.
Además del ahorro, Ángel destaca el confort de conducción como una mejora inesperada. “Llegas menos cansado, no hay vibraciones, el coche no hace ruido, no estás todo el día pisando embragues ni escuchando el motor”, explica. También reconoce que se ha convertido en un “evangelizador eléctrico” entre compañeros del gremio. “Hay mucho desconocimiento, pero cuando les enseño los números, se les abren los ojos. Ya somos varios en la parada que vamos enchufados”.
El caso más veterano es el de Roberto San José, taxista en Valladolid y considerado el primero en operar con un coche eléctrico en España. Comenzó en 2011 con un Nissan Leaf de primera generación, cuando aún no existía apenas infraestructura de recarga. Aun así, Roberto ha recorrido más de 347.000 kilómetros con su eléctrico, y ha documentado cada repostaje en una hoja Excel que usa en sus charlas y entrevistas. Su conclusión es rotunda: “He ahorrado más de 32.000 euros respecto a un coche diésel”, asegura a Iberisa.
Roberto desglosa ese ahorro: en combustible, habría gastado unos 35.394 euros en gasóleo en ese tiempo. En cambio, ha gastado solo 5.830 euros en electricidad. A eso hay que sumarle el mantenimiento: sin cambios de aceite, sin correas ni embragues, y con una degradación de batería mínima tras más de una década. “La gente se sorprende, pero los números no mienten. El ahorro es brutal. Y lo mejor de todo es que aún sigue funcionando”, asegura. Ha llegado incluso a dar charlas en institutos de FP para explicar su experiencia.
Por desgracia, Roberto sufrió un accidente con su Nissan Leaf, el primer taxi eléctrico de España, dejándolo siniestro total. Tras el accidente, la aseguradora declaró el coche como «pérdida total». Después de recuperarse del incidente, Roberto siguió apostando por la electromovilidad y actualmente coincide un Hyunda Ioniq eléctrico: «Alucinante. Después de 266.127 kilómetros recorridos, la batería del Ioniq está al 100%», asegura en un post de su cuenta personal de LinkedIn.
Los tres taxistas comparten otro patrón: todos utilizan tarifas eléctricas adaptadas al uso profesional, recargando mayoritariamente de noche o durante descansos programados. Julio, por ejemplo, contrató una tarifa de 0,05 €/kWh y carga siempre en su plaza privada. Ángel combina recargas públicas lentas gratuitas con carga en casa. Y Roberto empezó con enchufes convencionales hasta que su ayuntamiento instaló puntos específicos para taxi. “Nunca me he quedado tirado”, subraya.
Aunque cada uno tiene su marca y modelo, la experiencia les ha unido en un perfil común: el del conductor que no busca banderas verdes, sino rentabilidad. “No fue por ecología, fue por economía”, dice Julio sin rodeos. “Luego te das cuenta de que también estás contaminando menos, y eso es un valor añadido. Pero lo primero fue ahorrar, sin duda”.
Expertos del sector como Joan Groizard, director del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), coinciden con esta visión práctica. En declaraciones recientes, aseguraba que el coche eléctrico es hoy “la opción más racional” desde el punto de vista económico, si se suman el ahorro energético, las ayudas públicas y el menor mantenimiento. “Y especialmente en el caso de conductores profesionales, donde el kilometraje justifica con creces la inversión inicial”, subrayaba.
En un contexto de precios de carburante al alza y normativas cada vez más estrictas, estos testimonios aportan una narrativa distinta a la habitual. “Mi coche se paga solo”, resume Ángel. Y como en los mejores negocios, los números mandan.
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"He ahorrado más de 32.000 € respecto a un diésel": tres historias reales de cambio al coche eléctrico por pura economía
