La degradación progresiva de las baterías de los vehículos eléctricos se ha convertido en uno de los principales retos para consolidad su presencia masiva en el mercado. Aunque las químicas de ion-litio han mejorado notablemente, los ciclos de carga y descarga, las altas temperaturas y la práctica de recargas rápidas aceleran el desgaste de las celdas. Con el paso de los años, un coche eléctrico puede perder entre el 20 % y el 30 % de su capacidad original lo que genera incertidumbre en el usuario.
Además, el reemplazo de baterías al término de su vida útil plantea un desembolso económico considerable que penaliza el valor residual del coche y puede desincentivar su adquisición. ¿Te imaginas una batería (en este caso, en realidad, una pila) que no hubiese que recargar. Una batería primaria que tuviese carga suficiente como para soportar mucho más allá que la vida útil del coche. Estas baterías existen, pero hay un problema con ellas.
Por primera vez, un equipo conjunto de la Autoridad de Energía Atómica del Reino Unido (UKAEA) y la Universidad de Bristol ha logrado fabricar una batería de diamante aprovechando la desintegración radiactiva del isótopo carbono-14.
Con una vida media de alrededor de 5.700 años, esta forma de energía nuclear promete una durabilidad inusitada, ideal para aplicaciones que requieren una fuente que funcione durante décadas o siglos sin reemplazo.
Al encerrar el carbono-14 en una carcasa de diamante sintético, los investigadores han diseñado un acumulador que convierte la emisión de partículas subatómicas en corrientes de microvatios. Aunque su potencia es limitada, apenas una millonésima parte de un vatio, su estabilidad y longevidad podrían resultan revolucionarias para dispositivos de bajo consumo en entornos remotos o inaccesibles.
La creación de estos diamantes radiactivos exige el uso de una avanzada plataforma de deposición por plasma, también desarrollada por el equipo británico, y que ahora se erige como base para futuras líneas de producción.
Anteriormente, la UKAEA y Bristol habían experimentado con baterías de diamante basadas en níquel-63, otro radioisótopo, sentando las bases de esta tecnología. Entre sus posibles aplicaciones destacan la exploración espacial, donde los equipos, como etiquetas de radiofrecuencia para comunicación y seguimiento, no pueden someterse a mantenimiento, y la medicina implantable.
Marcapasos y otros dispositivos sanitarios podrían beneficiarse enormemente de un suministro energético cuya vida útil supera ampliamente la esperanza de vida humana, siempre que se garantice su biocompatibilidad y la seguridad del paciente. Estas baterías de carbono-14 abren así un nuevo horizonte en el almacenamiento energético sostenible y de larga duración.
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¿Imaginas no tener que cargar nunca tu coche eléctrico? Las baterías de 'diamante' duran miles de años, pero hay un problema
