Los imanes de tierras raras resultan esenciales en para la fabricación de vehículos eléctricos. Están presentes en la mayoría de los rotores de sus motores eléctricos síncronos. No obstante, su producción y procedencia apenas están controladas por la mayoría de fabricantes, lo que deja un gran poder en manos de China. Este país suministra en torno al 90% de los imanes permanentes más potentes, elaborados a partir de lantánidos como neodimio y disprosio, materiales imprescindibles para impulsar motores de vehículos eléctricos e híbridos.
A pesar de su apelativo, las tierras raras no son escasas en la corteza terrestre; el problema radica en que suelen hallarse en concentraciones muy bajas, mezcladas con otros minerales, lo que encarece y complica su extracción y refinado. Solo unas pocas regiones cuentan con instalaciones capaces de procesarlas a gran escala, pero China ha desarrollado una cadena vertical que abarca desde la mina hasta el imán acabado, consolidando su monopolio mundial.
En los coches eléctricos actuales, los imanes de neodimio-hierro-boro (NdFeB) o samario-cobalto (SmCo) son fundamentales para convertir la energía eléctrica en movimiento. Gracias a ellos, los motores permanentes alcanzan una eficiencia superior, consumen menos energía y permiten al vehículo recorrer más kilómetros con cada carga.
Además, su alta densidad magnética posibilita diseños compactos y ligeros sin sacrificar potencia, y su resistencia a temperaturas elevadas garantiza un funcionamiento fiable en cualquier condición
Sin embargo, en los primeros meses de 2025, Pekín empezó a endurecer el control sobre estos materiales críticos. Primero impuso licencias especiales para exportar compuestos y óxidos de tierras raras; luego, en abril, amplió las restricciones a los imanes ya fabricados y a siete elementos pesados del grupo. De ese modo, cualquier envío fuera de China exige permisos gubernamentales específicos, generando retrasos e incertidumbre en las cadenas de suministro globales.
La dependencia de los fabricantes de automóviles quedó al descubierto: con procesos de licencia que solo aprueban alrededor del 25% de las solicitudes, la producción de vehículos eléctricos y sistemas de asistencia enfrenta riesgos constantes de desabastecimiento. Como reacción, algunas marcas estudian mover líneas de producción fuera de China o buscar proveedores alternativos, pero desarrollar capacidades de refinado y fabricación de imanes en Occidente lleva tiempo y requiere fuertes inversiones.
Paralelamente, los ingenieros exploran motores que prescinden de imanes de tierras raras. Los motores de inducción, como los empleados por determinados modelos de Tesla, se basan en corrientes en bobinas para generar el campo magnético , eliminando la necesidad de estos imanes; no obstante, suelen ser más voluminosos y, en determinadas circunstancias, algo menos eficientes.
Por su parte, los motores de reluctancia conmutada ofrecen una alternativa libre de tierras raras, aunque presentan un funcionamiento más ruidoso y sistemas de control más complejos que exigen rediseños integrales
Frente a este escenario, gobiernos y compañías europeas y estadounidenses están impulsando proyectos “de mina a imán” para forjar cadenas de suministro propias. Iniciativas como la reactivación de la mina de Mountain Pass en EE. UU. y el establecimiento de plantas de fabricación de imanes en Europa buscan diversificar la oferta y reducir la dependencia china.
No obstante, incluso con nuevas instalaciones, el despegue de la producción de imanes de alto rendimiento se prevé escalonado y sujeto aún a restricciones de propiedad intelectual y costes superiores
El pulso entre la supremacía china y los esfuerzos de diversificación marca un punto de inflexión para la industria automovilística. Asegurar el abastecimiento de tierras raras y, al mismo tiempo, explorar tecnologías alternativas se ha convertido en una prioridad estratégica. El éxito o fracaso de estas iniciativas determinará no solo la capacidad de fabricación de vehículos eléctricos, sino también el equilibrio geopolítico en torno a materiales que, a pesar de su nombre, condicionan de manera decisiva la transición hacia una movilidad más limpia.
Temas
Las tierras raras no son raras ni poco abundantes; esta es la razón por la que todo el mundo se pelea por ellas
