Los fabricantes de coches con motores de combustión aplauden y ganan con las recientes decisiones de Donald Trump

Los fabricantes de coches con motores de combustión aplauden y ganan con las recientes decisiones de Donald Trump

Tras el anuncio de la administración Trump de rebajar los estándares de consumo y emisiones que pesaban sobre los vehículos de combustión, los mercados bursátiles han respondido con entusiasmo: varias de las principales firmas automovilísticas registraron fuertes subidas, reflejando el alivio del sector ante un escenario regulatorio más favorable.
El detonante del giro bursátil fue la decisión del Gobierno de Estados Unidos de revisar las regulaciones de eficiencia de combustible para coches y camiones ligeros. La norma actual, promovida en la etapa anterior, fijaba exigencias estrictas para bajar emisiones y aumentar la eficiencia. Con la nueva propuesta, esas reglas se suavizan con el argumento de reducir costes para el consumidor.
Este giro normativo beneficia especialmente a los fabricantes de vehículos con motor térmico, gasolina o diésel, aliviando sus costes de cumplimiento e incertidumbres regulatorias. En consecuencia, muchos inversores interpretan que la rentabilidad del negocio tradicional de automóviles puede recuperarse, al menos en el corto y medio plazo.
La reacción en los mercados ha sido inmediata. Acciones de empresas europeas han subido en Bolsa entre un 2,5% y 6%.
Algunos ejemplos destacados:
El impulso no se limitó a Europa. En Estados Unidos, las decisiones pro combustión despertaron esperanzas en fabricantes más tradicionales, que antes veían cómo los costes de regulación y la competición de los eléctricos ponían en riesgo sus márgenes. 
Varias razones explican por qué los inversores reaccionaron con entusiasmo:
Todo apunta a que el cambio regulatorio da un alivio inmediato, pero no garantiza un regreso masivo y sostenido al coche térmico. Los objetivos medioambientales, la presión social por reducir emisiones y la evolución de la tecnología seguirán impulsando la transición hacia la electrificación.
Además, muchos fabricantes ya combinan combustión, híbridos y eléctricos, por lo que el ajuste normativo podría solo ralentizar parcialmente la transformación, más que paralizarla.
En todo caso, esta decisión demuestra cómo la regulación gubernamental puede alterar la percepción de riesgo e inversión en un sector tan capital-intensivo como el de la automoción.
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