La Comisión Europea, bajo la presidencia de Ursula von der Leyen, ha presentado un ambicioso Plan de Acción para guiar la electrificación del automóvil en la UE, fruto de un diálogo con legisladores, fabricantes, proveedores, representantes laborales y colectivos medioambientales Este plan persigue impulsar la movilidad eléctrica sin excluir ninguna tecnología, otorgando flexibilidad a ingenieros e industrias para encontrar las soluciones más eficaces en la reducción de emisiones de CO2
Europa afronta actualmente varios desafíos, como la intensa competencia de fabricantes chinos, la falta de minerales críticos para baterías y una red de carga todavía insuficiente. Con alianzas estratégicas, especialmente con China, y una red de recarga robusta, Europa tiene la oportunidad de convertir esta encrucijada en su gran salto hacia la movilidad sostenible.
En su segundo mandato, Ursula von der Leyen ha impulsado la convocatoria de un Plan de Acción para el sector de la automoción, a presentar el 5 de marzo, tras un proceso de diálogo estructurado con todas las partes interesadas.
En él participan los legisladores de la UE, encargados de diseñar marcos normativos flexibles; los fabricantes de automóviles y las empresas de componentes, que aportan datos técnicos y análisis de mercado; los representantes de los trabajadores, para proteger el empleo; y los colectivos medioambientales, que velan por el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones. Este enfoque inclusivo busca garantizar que la electrificación no sacrifica la competitividad industrial ni deja desprotegidos a los consumidores
En la conferencia «Innovar para volver al crecimiento» celebrada en Bérgamo, Luca de Meo, CEO de Renault, apuntó que regulaciones anteriores favorecieron vehículos costosos y tecnológicamente complejos, principalmente impulsados por intereses de fabricantes de alta gama en Alemania, lo que ha dejado vacíos los segmentos A (minivehículos) y B (urbanos) en países como Francia, Italia y España.
De Meo destacó que los costes de seguridad y emisiones añaden cientos de euros al precio final de un urbano, haciéndolo inviable para muchos consumidores. Abogó por normativas específicas para coches pequeños, siguiendo el ejemplo de los kei-cars japoneses, que permitirían reactivar la producción local y ofrecer a los usuarios vehículos eléctricos verdaderamente accesibles
La transición al coche eléctrico se ha gestionado con rapidez, pero Europa ha perdido cuota frente a competidores chinos, cuyos fabricantes disfrutan de economías de escala y ventajas en costes. Además, el sector depende en gran medida de minerales críticos para baterías, cuya extracción y procesamiento en Europa aún no cubren la demanda, lo que genera riesgos en la cadena de suministro
Por si fuera poco, la infraestructura de recarga, aunque ha mejorado recientemente gracias a fondos de la UE, todavía no alcanza la densidad necesaria para usuarios particulares y flotas. La Comisión ha destinado 570 millones de euros para instalar puntos de recarga y 1 800 millones para asegurar el suministro de materias primas esenciales para baterías.
Para afrontar estas carencias, el Plan de Acción introduce medidas concretas: flexibilizar los plazos de cumplimiento de los objetivos de CO2, dando a la industria hasta tres años para adecuarse fomentar la producción de baterías en suelo europeo con incentivos a la extracción y el procesamiento; y reducir cargas administrativas sin renunciar a la ambición climática. El diálogo constante entre la Comisión, los Estados miembros y los agentes sociales garantizará la adaptabilidad de las normas y el mantenimiento de empleos de alta cualificación en el sector.
Lejos de sonar como una alarma, las reflexiones de Von der Leyen y De Meo son un llamamiento a la acción coordinada. Entre los ejes clave se incluyen la flexibilidad tecnológica, el apoyo a segmentos urbanos y las alianzas estratégicas, negociando con socios como China para atraer inversiones y asegurar el acceso a materias primas, reforzando la cadena de valor en Europa.
Además, debe desarrollar una infraestructura de recarga robusta: coordinar fondos nacionales y de la UE para multiplicar los puntos de carga en vías urbanas y corredores interurbanos. Con estas medidas, Europa puede convertir la actual crisis en una oportunidad para liderar la movilidad limpia, ofreciendo a sus ciudadanos vehículos eléctricos seguros, asequibles y respetuosos con el medio ambiente.
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