La Unión Europea implementará la normativa CAFE en 2025, estableciendo límites más estrictos para las emisiones de dióxido de carbono de los coches nuevos. La normativa requiere que las emisiones de CO2 no superen los 93,6 gramos por kilómetro y que los fabricantes reduzcan en un 15% las emisiones comparadas con los niveles iniciales de la década. Estos límites se endurecerán gradualmente, con el objetivo final de prohibir la venta de vehículos de gasolina y diésel.
Los fabricantes que incumplan la normativa podrían enfrentar multas significativas, que podrían ascender a cifras multimillonarias. A pesar de las preocupaciones sobre el impacto en la competitividad de Europa, la industria automotriz se compromete a lograr la neutralidad climática para 2050 y a avanzar hacia una movilidad libre de emisiones.
Las ventas de vehículos eléctricos en Europa actualmente representan el 13% del mercado, por debajo de lo requerido. Se estima que las multas por incumplimiento podrían alcanzar entre los 5.100 y los 16.000 millones de euros, lo que podría afectar la capacidad de inversión de los fabricantes.
Algunos países europeos, como Francia e Italia, han intentado retrasar la implementación de la normativa, mientras que Alemania ha solicitado el perdón de multas para proteger la inversión en la electrificación de los vehículos. La industria automotriz se enfrenta a desafíos significativos para cumplir con los nuevos requisitos de emisiones en un mercado en transición hacia la movilidad eléctrica.