«Desafiante SUV eléctrico con una autonomía cercana a los 600 km cesará producción en febrero tras escasa demanda»

La planta de Audi en Bruselas, dedicada exclusivamente a la producción del Q8 e-tron, tiene los días contados. Y este modelo, un SUV eléctrico que nació como la actualización del Audi e-tron original de 2018, también tiene ya fecha de caducidad.
El Audi Q8 e-tron prometía ser el buque insignia eléctrico de la marca. Su predecesor (e-tron a secas) fue uno de los SUV eléctricos pioneros entre los fabricantes tradicionales, junto con el Jaguar I-Pace y el Mercedes EQC, pero se ha quedado estancado. Y eso se paga caro en un sector los fabricantes chinos, pero también otros rivales europeos, lanzan modelos con diseños más modernos y tecnologías más avanzadas.
Con la renovación del modelo, Audi intentó posicionarlo como un SUV eléctrico de referencia, pero su diseño algo obsoleto -no demasiado diferente al modelo de hace seis años- y su elevado precio lo dejaron en desventaja frente a otros rivales. Y también frente a modelos de la propia Audi. El nuevo Q6 e-tron es más pequeño y más barato, pero utiliza una tecnología más avanzada en todos los aspectos, desde su propulsor eléctrico hasta la batería, pasando por el software.
No ha ocurrido otra cosa que enfrentarse a la realidad. El Q8 e-tron no ha conseguido las ventas que se esperaban en un mercado cada vez más competitivo, y su pobre rendimiento comercial amenaza no solo su continuidad, sino también la viabilidad futura de la fábrica que lo ensambla.
La consecuencia directa de este rendimiento en lo comercial es que la producción del Q8 e-tron ya tiene fecha de caducidad: el cese de producción está programado para finales de febrero del próximo 2025. No hay ningún modelo a la vista que lo vaya a sustituir, así que la planta de Bruselas se quedaría sin trabajo. Lo que significa cerrar sus puertas.
El adiós del Q8 e-tron marca también el fracaso de Audi para encontrar un comprador para esta fábrica. Durante meses, la compañía barajó varias opciones, incluso mantuvo conversaciones con Nio, el mismo fabricante chino con el que tuvo disputas legales en el pasado. Sin embargo, estas negociaciones no llegaron a buen puerto. 
Este desenlace ha generado un clima de tensión entre los 3.000 trabajadores de la fábrica, que han protagonizado protestas y enfrentamientos para intentar proteger sus empleos. Y no solo afecta a Bruselas, sino que podría tener un efecto dominó en todo el Grupo Volkswagen, que tiene actualmente un problema con la sobrecapacidad de producción en varias plantas europeas.
Redactor y probador de Híbridos y Eléctricos, desde 2019 cubriendo la actualidad del sector de los vehículos eléctricos y la movilidad sostenible.
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