Título: Rapapolvo del CEO de Renault a la UE: «el enemigo es el CO2 (…) el ingeniero sabe cuál es la solución, no el regulador»
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El sector del automóvil europeo se encuentra en una encrucijada histórica. La transición hacia la electrificación avanza rápidamente, pero carece de una planificación adecuada que asegure las ventajas competitivas, el suministro seguro de materias primas y una red de recarga accesible para todos. Ante este desafío, la nueva Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, se prepara para implementar su Plan de Acción, que verá sus primeros pasos concretos en marzo, tras un diálogo entre legisladores, fabricantes, proveedores, representantes laborales y colectivos medioambientales.
El objetivo es claro: fomentar la movilidad eléctrica sin exclusiones tecnológicas, apostando por la flexibilidad y dejando en manos de los ingenieros la tarea de encontrar las soluciones más eficientes para reducir las emisiones de CO2.
La transición hacia el coche eléctrico se ha gestionado con premura, lo que ha permitido que la industria europea pierda terreno frente a competidores avanzados, especialmente aquellos de China. Además, la escasez de minerales esenciales para las baterías y la infraestructura de carga, a pesar de mejoras recientes, no satisfacen completamente las necesidades de los usuarios y flotas.
Para abordar estas deficiencias, la Comisión Europea ha puesto en marcha las primeras medidas de su Plan de Acción, resultado de un extenso proceso de consulta. En este proceso participarán los legisladores de la UE, encargados de diseñar marcos normativos flexibles, así como fabricantes de automóviles y empresas de componentes que aportarán datos técnicos y de mercado.
Asimismo, los representantes de los trabajadores jugarán un papel crucial al asegurar la protección del empleo, junto con las organizaciones medioambientales que abogan por la reducción de emisiones. Esta colaboración busca garantizar que la electrificación no perjudique la competitividad ni desproteja a los consumidores.
Durante la reciente conferencia «Innovar para volver al crecimiento» celebrada en Bérgamo, Luca de Meo, CEO del Grupo Renault, abogó por un enfoque abierto. «El verdadero enemigo es el CO2, no una tecnología concreta. Dejemos que sean los ingenieros quienes diseñen las mejores respuestas: eléctricos, híbridos, e-fuels o biocarburantes; lo importante es reducir emisiones de forma real y eficiente».
Con esta filosofía, se abre la puerta a múltiples opciones, con el coche eléctrico liderando el desarrollo tecnológico, en un momento en que la edad media del parque móvil europeo supera los 12 años (y alcanza los 12,2 años en Italia), muy por encima de los 7 años de 2005.
En este contexto, China se posiciona como una potencia mundial en la fabricación de vehículos eléctricos, y De Meo sugiere un acuerdo de beneficio mutuo. «Debemos aprender de nuestra historia: hace 25 años abrimos el mercado a Japón a cambio de inversiones. Hagámoslo con China, cediendo un 10–15% del mercado europeo para atraer capital y fortalecer juntos la cadena de valor de los vehículos eléctricos».
De este modo, además de aranceles, Europa podría contar con financiación y experiencia china para desarrollar fábricas de baterías y componentes en territorio comunitario.
Lejos de ser un mero grito de alarma, estas reflexiones constituyen un llamado a la acción coordinada. La flexibilidad tecnológica, la elección por parte de la ingeniería y la industria, el apoyo a los segmentos urbanos, y la recuperación de alianzas estratégicas, especialmente con China, son esenciales para garantizar la inversión y los suministros, así como una infraestructura de recarga robusta que facilite el uso diario de vehículos eléctricos.
Con estas claves, Europa puede transformar la crisis en una oportunidad, liderando la movilidad sostenible y ofreciendo a todos los ciudadanos alternativas limpias, asequibles y seguras.
Editado con FGJ CONTENT REWRITER