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El GP de Hungría de Fórmula 1 prometía ser un punto de inflexión en la temporada para Fernando Alonso y Aston Martin, y puede haberlo sido, sí, pero para mal. El asturiano quedó fuera de los puntos y, lo peor, volvió a ver como un piloto diferente ganaba este año y su equipo, por enésima vez, lejísimos de los más rápidos de la carrera.
En Hungría, donde Fernando Alonso consiguió la primera victoria de su carrera deportiva en F1, el piloto asturiano se dio de bruces con la triste realidad que vive Aston Martin. Las mejoras volvieron a no ser efectivas en una carrera marcada en el calendario por el equipo para dar un importante paso adelante. El bicampeón del mundo pidió que este Gran Premio fuera un punto de inflexión, un cambio de rumbo hacia algo mejor y no lo fue, para nada.
Por si no fuera suficiente con volver a estar lejos de los mejores, con tener mala suerte en clasificación por el accidente de Tsunoda y con que las mejoras volvieran a no funcionar, Fernando tuvo que suportar algo incluso peor, una falta de respeto de su compañero Lance Stroll.
Fernando marchaba en décima posición en las últimas vueltas de la carrera con opciones de quedar noveno si conseguía adelantar al propio Tsunoda. Tras varias vueltas intentándolo, Aston Martin pidió al asturiano dejar pasar a Lance Stroll, que iba undécimo, para tratar de dar caza al japonés. De no conseguirlo, el canadiense estaba obligado a devolver la posición a su compañero.
Pues bien, el hijo de Lawrence Stroll no fue capaz de adelantar a Tsunoda, desoyó las órdenes de equipo que le llegaban por radio y birló un punto que era de Fernando Alonso, dejando encima a su compañero sin puntuar.
Una falta de compañerismo y de respeto a un dos veces campeón del mundo. En cualquier otra escudería -como casi llegó a pasar en Mclaren en la misma carrera- una actuación así habría tenido graves consecuencias. Pero, no, en Aston Martin no pasará nada. Lance Stroll es el hijo del dueño, el hijo del tipo que pone la pasta en la escudería británica, y como tal, tiene privilegios. Fernando Alonso es listo, no se meterá en esos berenjenales, pero es la triste realidad que vive Aston Martin.