La travesía de Fisker por el desierto parece no tener fin. Después de declararse en bancarrota el mes pasado, podría pensarse que sus problemas al menos se terminarían, pero nada más lejos de la realidad. La marca estadounidense acaba de llamar a revisión a casi todos los SUV eléctricos que fabricó por un problema que puede impedir que se abran sus puertas.
Fisker ha hecho una llamada a revisión a 12.523 coches debido a un problema en los tiradores de las puertas que podría causar que las manijas se atasquen y no permitan abrir el vehículo debido a un «mecanismo defectuoso».
Según el comunicado emitido por la propia compañía, esta llamada a revisión afecta a 3.806 vehículos en Europa, además de 8.204 en Estados Unidos y 513 en Canadá. Fisker estima que este defecto podrían tenerlo el 2,5% de los vehículos llamados a revisión. En España llegó a estar a la venta, pero no constan matriculaciones.
Para solucionar este problema, Fisker inspeccionará los cuatro tiradores exteriores de las puertas en los vehículos afectados utilizando una herramienta de verificación de fuerza proporcionada por el proveedor de dichas manijas. Si es necesario, los tiradores de las puertas serán reemplazados sin coste para los propietarios.
La imagen de la marca está bajo mínimos. Se trata de la cuarta llamada a revisión del Ocean en poco más de un mes, y la NHTSA (Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de Estados Unidos) tiene cuatro investigaciones abiertas relacionadas con problemas en estos vehículos, según Reuters. Para colmo, Tesla comenzó a excluir a los Fsiker Ocean como opción de intercambio debido a las preocupaciones sobre sus problemas de calidad.
Fisker subcontrató a Magna Steyr para el ensamblaje y parte del desarrollo del Ocean, el cual se fabrica en la misma planta austriaca donde se ensamblan el Mercedes Clase G, el BMW Z4 o el Jaguar I-Pace, entre otros.
La empresa ha estado luchando por estabilizar su producción y asegurar fondos suficientes para continuar operando. Tras fracasar en su intento de rescate (según la marca había interesados cuatro gigantes del sector, entre ellos Nissan), Fisker se declaró en bancarrota a principios de junio acogiéndose a la Ley de Quiebras de Estados Unidos. La situación de la marca se volvió insostenible por las deudas y obligaciones de pago que tenía, y la falta de éxito comercial de su único modelo a la venta.
En un intento a la desesperada por conseguir fondos y conseguir desprenderse del inventario, Fisker incluso redujo los precios de sus coches a prácticamente la mitad (dejándolos en poco más de 20.000 dólares). Y es que las ventas han sido siempre pobres, una situación que obligó a Fisker a detener la producción de su primer y único SUV eléctrico el pasado mes de marzo.
Redactor y probador de Híbridos y Eléctricos, desde 2019 cubriendo la actualidad del sector de los vehículos eléctricos y la movilidad sostenible.
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