En la zona de la clasificación donde ruedan los pilotos punteros, hay un lugar reservado para George Russell. Su inicio de temporada ha sido ejemplar, con un único y pequeño desliz en Suzuka (en la Q3). Pero, por lo demás, los cuatro primeros fines de semana de carreras de 2025 han presentado a un piloto de mucho valor. El inglés ocupa la cuarta posición de la clasificación general, a catorce puntos del líder, Lando Norris, gracias a su tercer podio de este curso, que llegó en Bahréin, un brillante segundo puesto.
El actual estado de forma de Russell está influyendo en muchas situaciones, empezando por la subida de su caché, en un momento en el que está sentado en la mesa de la renovación con Toto Wolff. El anuncio se espera en breve: George firmará un contrato de dos años (en el paddock se habla que será por un sueldo cercano a 30 millones de dólares por temporada), con opción de ampliarlo a 2028. Hace exactamente un año, el jefe de Mercedes hubiera hecho cualquier cosa por poner a Max Verstappen junto a Russell, pero hoy ya no parece interesado. El austriaco está bien con lo que tiene en casa.
Todo tiene su lógica. Russell está haciendo una contribución notable a la escudería de la Estrella, y Bahréin fue una prueba más de ello. El británico adelantó a Charles Leclerc en la salida (compensando en pocos metros la penalización infligida al equipo el sábado por la tarde), luego se mantuvo lo más cerca posible del líder, Oscar Piastri, y, sobre todo, consiguió mantener a Lando Norris detrás de él.
Eso no estaría mal en condiciones normales, pero para George, más de la mitad de las 57 vueltas en Sakhir fueron una pesadilla, con la electrónica a punto de dejarle tirado. Al principio, desapareció de los monitores de tiempos, siendo la primera señal de un apagón progresivo que vuelta tras vuelta vio cómo el Mercedes perdía toda la información en el ‘dashboard’ del monoplaza.
Los de Brackley también decidieron sacar a pista a Russell a las últimas 25 vueltas de la carrera con un juego de neumáticos blandos, una decisión que el corredor calificó de “audaz”. Pero, ¿se acabaron los problemas? No, primero tuvo que lidiar con una activación inesperada del DRS, y luego con un problema con el sistema brake-by-wire, que se manifestó a partir de la vuelta 46.
George Russell, Mercedes
Un tormento para George, porque la presión necesaria sobre el pedal de freno para controlar la frenada variaba constantemente. “A veces el recorrido era muy largo”, explicó más tarde, “y a veces muy corto, por lo que corría el riesgo de bloquearme”. En las últimas vueltas, tuvo que gestionar también la amenaza del McLaren de Norris que tenía detrás. La segunda posición obtenida debe considerarse como una victoria, y de prestigio.
Al final de una clasificación o de una carrera no es difícil saber cuándo Russell está satisfecho. Si las cosas han ido bien, se pasa el micrófono de una mano a otra antes de las entrevistas, y ayer en Bahréin los ‘pases’ fueron muchos. “Fue difícil mantener a Lando detrás de mí”, comentó, “pero estoy muy, muy contento de haberlo conseguido”.
Sonríe George, porque desde que Lewis Hamilton le dejó los galones de capitán su actuación ha estado a la altura del papel en cada oportunidad. Wolff también sonríe, porque sabe que en el nuevo contrato tendrá que darle el estatus de piloto top, pero seguirá siendo menos (mucho menos) de lo que le habría costado a Mercedes fichar a Max Verstappen.
En este artículo
Roberto Chinchero
Fórmula 1
George Russell
Mercedes
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