Los cascos de ciclismo en la actualidad están viendo incrementar las diferentes tecnologías constructivas para dotar de una alta seguridad a sus usuarios (gran protección en caso de impacto) sin incrementar el peso ni perjudicar la correcta ventilación, dos características que parecen ser las más buscadas en un buen casco.
Antes de entrar de lleno a detallar los sistemas utilizados para aportar esa protección máxima, detallaremos las partes de las que consta, a modo genérico, un casco y sus sistemas constructivos.
Este aspecto marcó hace unos años un antes y un después a la hora de brindar seguridad (y, sobre todo, calidad constructiva) a los cascos. Describiremos los sistemas existentes aunque, todo hay que decirlo, es el In-Mold el más habitual:
En los últimos tiempos han aparecido diversos sistema de protección: con la mayoría de ellos se pretende aportar más seguridad en los golpes que se producen en el casco de forma oblicua. Y es que, tras estudios de diferentes marcas, se ha demostrado que la mayoría de los impactos no vienen de golpes ‘a 90º’ con nuestra cabeza. Además, suelen provocar que el casco gire o rote sobre nuestra cabeza, lo que hace que gran parte de las características de protección se pierdan. A continuación detallamos los sistemas más populares:
El impacto que sufre nuestro casco, generalmente directo, no se transmite a nuestro cerebro de la misma manera. Y es que este puede llegar a rotar y golpear dentro de nuestro cráneo, sufriendo daños irreversibles.
El sistema MIPS lo que hace es permitir cierta rotación de la parte interior del casco (una estructura plástica con acolchado, la cual tiene diferentes versiones) con respecto a la exterior, gracias a unos pequeños elastómeros, lo que permite minimizar dicho efecto.De esta manera se disminuye la probabilidad de daños cerebrales (dependiendo de los fabricantes, se habla de un incremento en la protección con respecto a cascos convencionales de hasta un 40%).
Esta idea surgió en 1996 de la mano del científico sueco Hans Von Holst y se probó en un casco por primera vez en el año 2000, saliendo a la venta en un casco en 2007. Decir que no es una tecnología exclusiva de ninguna marca, pudiendo ser utilizada por quien lo desee.
Este material es el resultado de la unión en un proceso térmico de miles de ‘tubitos’ de un copolímero, consiguiendo unos resultados de absorción de impactos y de transpiración inmejorables (según el fabricante superiores al EPS).
Se puede utilizar como revestimiento interno al completo o insertado en diversas zonas del propio acolchado EPS. Comentar que es compatible con la tecnología MIPS ya que, como decíamos, el Koroyd sustituye a la espuma EPS.
Este sistema es de los más modernos y es exclusivo de la marca alemana Lazer. La habitual espuma EPS integra un diseño específico que protege tanto de los impactos directos como de los rotacionales: y es que gracias a unos exclusivos bloques de espuma EPS, denominados ‘zonas de deformación controlada’, que se deforman en caso de impacto, tienen la capacidad de absorber la energía.
Su capacidad, según el fabricante, es muy superior a un interior convencional de EPS. El peso del sistema es inferior al MIPS y la ventilación, en palabras del fabricante, mejor…
De concepción similar al Koroyd, este material exclusivo de Bontrager (marca perteneciente a Trek) es una especie de estructura de celdas plegables y que viene a sustituir la habitual espuma de EPS (lo que también significa que se puede combinar con el MIPS).
Su absorción es máxima al flexar en un primer momento, deformarse a continuación y llegando incluso a desplazarse para alejar la energía del impacto de la cabeza.
A día de hoy, el laboratorio Virginia Tech Helmet Rating (en Blacksburg, Virginia – USA) se ha postulado como la referencia a la hora de valorar la seguridad que aporta un casco. La valoración de cada casco se establece con estrellas, siendo 1 la mínima valoración y 5 la máxima.
Cada STAR (estrella) significa la ‘Suma de Pruebas para el Análisis de Riesgo’ (Summation of Tests for the Analysis of Risk) y esta puntuación se calcula en función del rendimiento de un casco en una serie de pruebas de impacto. Las condiciones de impacto son específicas de cada deporte (analizan cascos de diferentes disciplinas, no solo de ciclismo) e incluyen la amplia gama de impactos en la cabeza que es probable que experimenten los atletas.
Digamos que cada estrella (STAR) se basa en dos parámetros fundamentales:
En este laboratorio tienen muy en cuenta la protección ante los posibles daños cerebrales que conllevan los fuertes impactos pero, ¿cómo se mide el riesgo de conmoción cerebral? Pues a partir de la ‘aceleración lineal máxima y la velocidad de rotación’ para cada prueba. Y esto lo simulan mediante el uso de una torre de caída diseñada para imitar los accidentes de bicicleta del mundo real.
Redactor y probador de Híbridos y Eléctricos. Cubre información de las últimas novedades sobre ciclismo y bicicletas eléctricas.
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